62: Contando los segundos

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Los párpados de Emma se movieron, despertó, pero no abrió sus ojos

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Los párpados de Emma se movieron, despertó, pero no abrió sus ojos.

La pared que dividía su sueño del mundo real se vino abajo cuando oyó las voces y los movimientos que provenían de cada rincón del piso de abajo. El equipo de su wedding planner ya se encontraba trabajando. Sonrió abriendo los ojos. Toda la habitación estaba iluminada porque anoche no había corrido las cortinas. Los rayos de Sol besaban sus pupilas. Volteó, viendo a la obra más sublime de Dios durmiendo a su lado. Sonrió más. No quería despertarlo. Colin se encontraba durmiendo boca arriba, tenía la colcha de florecitas tapándole de las caderas para abajo, estaba desnudo, igual que ella.

Rozó suavemente sus labios contra los de él.

Colin, con los ojos cerrados y el ceño fruncido, la sujetó de la nuca y le dio un enorme beso en la boca. Emma rio mientras él subía en ella entre besos y besos adormilados. Al final, la abrazó, escondiendo su rostro en el hombro de ella.

—¿Ya amaneció? —susurró—. ¿Ya puedo casarme con mi princesa?

Emma sonrió.

—Pero, amorcito, apenas son las 8 de la mañana.

—¿Las 8 de la mañana del 8 de octubre? ¿Es una broma? —levantó su cabeza, comprobando en el reloj electrónico de la mesita que efectivamente eran las 8 de la mañana. Miró a Emma, acariciándole el cabello con su mano derecha—. ¿Pusiste tu despertador en punto o algo así?

—Ah, ah —negó con la cabeza—. ¿Acaso no escuchas lo que está pasando en la casa? Están preparando nuestra pequeña boda. Me despertó el ruido, y sí, me despertó a las 8 de la mañana, eso solo puede significar una cosa.

—¿Que debemos hacerlo ahora?

Emma rio y acogió besos en su cuello. Le empujó la cabeza a Colin, riendo, provocando una guerra de besos melosos. La erección matutina de él rozó entre las piernas de ella. Emma paró de reír, cerrando sus ojos del placer de sentirlo duro contra ella. Colin levantó su barbilla, mirando a la cabecera de la cama, y, con los ojos cerrados, metió una mano bajo la colcha para masturbarse sobre el abdomen de ella. Se miraron a los ojos, en silencio, diciéndose mucho. Emma asentía con la cabeza como diciendo que entendía lo jodidamente satisfactorio que era el encuentro de sus cuerpos desnudos a primera hora. Lo besó mientras Colin eyaculaba fuertemente contra el vientre de ella y gemía dentro de la boca de ella.

Emma sintió el líquido esparcido sobre su piel, y, con el corazón agitado por la excitación, se detuvo a mirarlo a los ojos. Colin, respirando entre cortado, parecía que estaba listo para volver a dormir otra vez..., en cuanto dejase de jadear como un corredor.

—Creo que estamos agarrando una mala costumbre —dijo ella.

—No, no... —le besó y chupó el cuello sonoramente—. Lo siento... Yo... voy a bajar —suspiró de cansancio.

Las Cenizas De Emma© #3Where stories live. Discover now