22: Dotada de amor

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Tenía pronosticado un fin de semana aburrido, y pocas probabilidades de pasar su día libre con su nena, pero ya había hablado con ella al respecto

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Tenía pronosticado un fin de semana aburrido, y pocas probabilidades de pasar su día libre con su nena, pero ya había hablado con ella al respecto. Esa noche de viernes debía contentarse con sus únicas dos compañías: una botella de Stella y él mismo. Por lo menos estaba acostumbrado. Se encontraba sentado en el suelo, sobre una almohada, frente a la mesita de la sala, porque le era mil veces más cómodo que el comedor, y evitaba trabajar en su cama porque casi siempre terminaba echándose una siestita que terminaba en medio de la madrugada. Encendió un cigarrillo en su boca, y lo sostuvo entre sus labios mientras contestaba rápidamente un e-mail de Cohen que iba para los cuatro. Brice había regresado porque se le había pasado el caliente. Entonces, recibió un e-mail equivocado de Kurt, quien no solo se lo mandó a Colin, sino también a Cohen.

kurtroberts93@gmail.com

Cohen anda raro.

Colin sintió mucha lástima por esa metida de pata.

Sacó el humo de su interior, leyendo la respuesta del profesor.

drmaximilianocohen@gmail.com

Gracias por preocuparte, Kurt.

Quién estúpido chatea con sus amigos a través del mismo e-mail con el que trabaja. O es que él era demasiado ansioso, demasiado neurótico pensando en que podía acabar exactamente en esa pesadilla de mandar un e-mail por equivocación a su profesor. Además, ¿la gente sigue usando e-mail para comunicarse con sus amigos?

Al: Qué hacesss!

Y hablando de amigos.

Volteó su celular para ya no ver la pantalla. Lo distraía. Siguió fumando, en lo suyo, bebiendo, por 5 minutos. Entonces, alguien llamó a la puerta del departamento. Por el amor que tenía por su nena. «Que no sea Alan, que no sea Alan, que no sea Alan». Dejó su cigarrillo en el cenicero, se sacó sus gafas, y se levantó a abrir la puerta, ahí se encontró con Neptuno, pero literalmente. Emma estaba sosteniendo frente a su cara, con sus dos manos, la pintura encuadrada en marco plateado. De su bolso sobresalía un martillo.

—¡Bajé a Neptuno del cielo solo para ti! —le pasó el cuadro.

Colin sonrió, agarrando y apreciando la pintura de cerca.

—Hermo. . .—levantó su mirada, encontrándola desafiando a Venus con su belleza— sa.

Emma esbozó una sonrisa.

Estaba usando un pañuelo turqués con estampado como top, y abajo una falda blanca y corta, y ajustada en la cintura, con unos tacones no muy altos que estiraban al color plata. Demasiado sexi como para no ponerle la entrepierna como piedra. Además, tenía el cabello peinado con dos trencitas al frente y el resto con sus ondas naturales. Su tímido maquillaje estaba compuesto con un delineado negro y brillitos cerca de sus lagrimales. No tenía idea de lo mucho que provocó en el interior de él. De pronto, Colin sintió muchas ganas de cerrar su laptop y mandar sus responsabilidades al carajo. Emma se le acercó, y, aún con tacones, tuvo que ponerse de puntitas para entregarle un beso en los labios. Colin dejó el cuadro en el suelo, recostado en sus piernas, y la sorprendió agarrándola de la mandíbula con sus dos manos para introducir su lengua en ella. Qué placer más intenso. Ella sonrió, en medio del beso, saboreando esa boca que sabía a cerveza belga y cigarrillos de menta. No contuvo su risita cuando él pasó a besarle el cuello así nada más, le dio cosquillitas con sabor a menta, pero al final ella se apartó, y puso una mano como barrera sobre el abdomen de él.

Las Cenizas De Emma© #3Where stories live. Discover now