15: Renaciendo juntos

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Entró al comedor principal donde Gael estaba sentado, el chico se sobresaltó cuando ella bajó su libreta roja sobre la mesa como si fuese la gran jefa de una empresa

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Entró al comedor principal donde Gael estaba sentado, el chico se sobresaltó cuando ella bajó su libreta roja sobre la mesa como si fuese la gran jefa de una empresa. A continuación, tomó asiento al lado de su hermano, quien tenía una laptop abierta delante de él.

—Gael, ayúdame —le tocó el brazo de forma insistente.

—¿En qué? —A Gael no le sorprendió descubrir que el bolígrafo de Emma era rojo también.

—Esta es mi lista —arrastró la libreta abierta hasta él.

—¿Por qué Hol tiene un enorme signo de interrogación?

—Porque la lista es un borrador.

—Eso no responde mi pregunta.

Se miraron a los ojos.

Emma estaba organizando su fiesta de cumpleaños. Sus hermanos le habían dicho que ellos se la organizarían, pero ella se negó a darles esa tarea porque, en casi 22 años de vida, nunca había organizado una fiesta de cumpleaños para ella misma. ¿Por qué? Porque antes odiaba el aniversario de su venida al mundo. Sin embargo, en casi 22 años, finalmente había abierto los ojos. Claro que había mucho que celebrar. En el pronóstico más feo, debía estar muerta en ese momento, y no lo estaba, estaba viva, y estaba viva por algo que sobrepasaba su conocimiento. No sabía. Tal vez había sido puesta en el mundo para amar bien, y esa no le parecía una pobre reducción de su existencia. El amor debe ser fácil, pero la mayoría de las personas actúa como si fuese más complicado que aprenderse la tabla de multiplicar. Muchos mueren sin haber aprendido las tablas. Muchos mueren sin haber aprendido a amar. Ella nació sabiendo amar, pero varias personas se habían encargado de borrarle aquella parte de su corazón donde se hallaba su amor propio. Hoy lo estaba recuperando de a poco. Mientras tanto, seguiría amando a sus seres queridos, a Colin Oschner (Dios, sí), a su gata birmana, y a cualquier ser humano que lo necesitara.

—Tiene un signo de interrogación porque no sé si vendrá —especificó.

—¿Al menos la invitaste? —cerró su laptop.

—No... Pero no volará desde allá por esto —tomó la libreta, tachando el nombre de su mamá.

—¿En serio? —Gael se adueñó de la libreta, viendo que al lado de Hol había estado escrito el nombre de Steve, quien era el multimillonario novio de su madre, hasta vivían juntos en Manhattan—. Deberías invitarla, y si no viene, ¡está bien! Le surgen reuniones todo el tiempo, ¿no? —miró a Emma, quien se puso seria mientras pensaba al respecto—. ¿No? Bueno... Pusiste el nombre de mi mamá, eh.

—Hablé con ella. Vendrá —sonrió.

—¿Por qué pusiste el nombre de Gillou? —levantó sus cejas.

—Porque estoy esperanzada con que aparezca por esa puerta —señaló— y diga: «¿En serio pensaste que me perdería tu cumpleaños, mujer?». —Supuestamente, lo imitó con su voz. Gael rio, y Emma puso su mano sobre la libreta—. Ya. No tengo muchos invitados, pero sabes que me gusta escribir en papel. ¡Faltan 10 días!

Las Cenizas De Emma© #3Where stories live. Discover now