7: Como está escrito

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De tarde, Emma se encontraba jugando frente a un espejo de su guardarropa; elevó lentamente su pierna derecha en un split de pie perfecto, y se fotografió con su celular

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De tarde, Emma se encontraba jugando frente a un espejo de su guardarropa; elevó lentamente su pierna derecha en un split de pie perfecto, y se fotografió con su celular. Ahora se tomaba selfis de espejo cuando quería, y no le desagradaba cómo salía, bueno, al menos la mayoría de las veces estaba conforme. Cambios radicales. Bajó su pierna y se sentó en el suelo para mirar las fotos que se había tomado en distintas poses en la que se doblaba como limpiapipas (comparación gentileza de Colin Oschner). Hizo zoom, borró algunas, le puso filtro B&W a otras. Quería mandarle la última a Escarlata, porque le gustaba cómo salió, demasiado, pero Gael la interrumpió antes.

—Tienes visita, Emmy —avisó en la puerta.

—Bien. Gracias —sonrió.

Emma pensó en alguna de sus amigas; por esa razón, no se le ocurrió preguntar quién era. Bajó las escaleras, entonces, halló a Eugene frente a la puerta principal. La verdad, hubiese pensando en Colin antes que en él. Ni siquiera sabía que Eugene seguía por Los Ángeles.

—Oh cielos —saltó desde el último escalón al suelo y fue a abrazarlo.

—Esperaba tener la suerte de invitarte lo que quieras comer a esta hora. —Eugene la abrazó. Cuando ella se apartó, en medio de una sonrisa feliz, él la agarró de los brazos, mirándola a la cara—. Quería verte, y decirte de frente: gracias por hacer feliz a mi mejor amigo.

—Eugene —sonrió demasiado, mirando el techo por un momento, derritiéndose por dentro—. Él me hace feliz. Espérame cinco minutos. Necesito cambiarme de ropa. —Porque estaba usando ropa de pilates, pero por pura comodidad, su clase había sido por la mañana—. Te juro que no me tardo nada. Siéntate en la sala. Ya regreso.

Subió con sus pies descalzos y un top, regresó con sandalias, una falda de jean y una camiseta negra y antigua de los Jonas Brothers, la impresión era de un tour del año 2008, año en el que comenzó a soñar que se casaba con Joe, ahora soñaba que se casaba con alguien que amaba de verdad, y con la madurez necesaria, pero había una minúscula similitud. Siempre se había creído la fanática número uno de Joe Jonas. Hoy no se creía, sino que sabía, que era la fanática número uno de Colin Oschner.

—Vámonos —le dijo a Eugene, quien se encontraba hablando con Gael en la sala.

—Te sigo —respondió éste, luego se despidió de Gael.

Emma le había escrito a su chofer en el corto lapso de tiempo en el que decidía que falda ponerse. Subieron a una Range Rover negra, y blindada, y Emma le indicó que condujera a la cafetería en la calle Beverly, donde se reunía con Carla y Gen. Prefirieron sentarse afuera, al lado de las verjas blancas. Cabe resaltar que era la primera vez que Eugene se sentaba en una cafetería en Beverly Hills, y, wow, el lugar le recordaba a una adorable tacita de té para niños, y no sabía porqué, bueno, probablemente era el logo de tacita de té. Emma ordenó chocolate caliente y un muffin. A Eugene le trajeron su taza de café con latte art, el café tenía el dibujo de un corazón, y Emma no permitió que lo tocara sin antes tomarle una foto al diseño, y comenzó a contarle que hace poco había empezado a practicar latte art en su cocina, el asunto es que en realidad no le gustaba el café, pero un día se había preguntado qué tan difícil podía ser hacer diseños en bebidas calientes. Hasta el momento, sabía hacer malos diseños de corazones.

Las Cenizas De Emma© #3Where stories live. Discover now