28: Trinidad

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—Emmy

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—Emmy.

Emma despertó, sus ojos semidormidos se molestaron por la luz de la lámpara y de aquella que entraba al costado de la cortina, sin embargo, cegarse por el fulgor de la sonrisa de él fue más impresionante que un eclipse de sol a mediodía. Tardó un par de segundos en acostumbrarse al nuevo día. Colin estaba parado a un lado de la cama.

—Cole —le tocó la mano, sentándose despacio en el mismo lugar—, ¿estás bien?

—Sí —apuntó con su índice—. Le hice el desayuno a mi nena.

Ella giró la cabeza, hallando sobre la cama una bandeja con patas llena de delicias como panqueques con el sirope que le gustaba y bayas azules encima. Sonrió, mordiéndose el labio inferior. Él se había despertado mucho más temprano para preparar todo, y sí que trabajó silenciosamente en secreto porque ella no había sentido ningún movimiento, ni siquiera oyó los ruidos que provocó en la ducha después de hacer el desayuno.

—Gracias —aceptó el gesto. Le hubiese dicho que no debió molestarse..., pero, por esa vez, decidió aceptarlo sin más. Se sonrieron, mirándose a los ojos, y él se sentó en el borde de la cama—. Lo que no me agrada es que es desayuno para uno, y nosotros físicamente somos dos.

—Te prometo que la próxima desayunamos juntos. Eh. . .

—Me hiciste una flor de papel —rio del encanto, tocando con sus dedos el intento de florecita blanca que estaba adornando la bandeja junto a los cubiertos.

—Es una rosa —sonrió, mirando hacia abajo.

—Es la más bonita entre todas las rosas —se arrodilló frente a él, y lo abrazó del cuello.

Él buscó los labios de ella y se ajustó a su nena con un fuerte beso.

—Me gusta dormir a tu lado, corazón.

Emma le sonrió, sus labios estaban demasiado cerca de los de él.

—No tenías que prepararme el desayuno solo para que yo lo meta a mi lista de pros de casarme con Cole.

—Es que necesito asegurarme que te entusiasma la idea de despertar conmigo —le siguió el juego.

—¿Que si me entusiasma? ¡Pero, amorcito! Despertar contigo es todo lo que quiero para el resto de mi vida —miró el techo como mandándole una súplica al cielo, después volvió a mirarlo a él—, y en especial si viene con desayuno en la cama. Pro de casarme con Cole: pancita siempre llena y contenta desde el desayuno.

—Te amo —dijo, levantando su barbilla.

Emma le dio un beso en el cuello, y dijo:

—Me hace feliz que estés bien, mi bebé.

—Desperté con ganas de hacer un buen día.

—Así será —le acarició la carita con sus manos.

—El asunto es que ayer fue un mal día.

Las Cenizas De Emma© #3Where stories live. Discover now