4: La estrella caída

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Emma estiró la puerta del estudio de yoga a las 8:54 a

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Emma estiró la puerta del estudio de yoga a las 8:54 a.m. Había pensado que no llegaría a tiempo. Primer punto de la semana para ella. Sonrió cuando su mirada se encontró con la de Gen, y se dirigió al lugar vacío al lado de ésta, alrededor de otras chicas. Extendió su tapete amarillo pastel en el piso de madera, y se sentó mirando a su mejor amiga mientras le contaba que casi había llegado tarde porque se distrajo hablando con su papá, también mencionó a su hermano. Estaba hablando de prisa, con entusiasmo, y Gen no entendía nada, no sobre lo que le estaba contando entre risas, gestos, y susurros cómplices, no entendía la felicidad de Emma si en la tarde de ayer les había dicho que le dolía su espalda baja y que no se soportaba a ella misma.

—Pensé que no vendrías y que me dejarías plantada. —Gen la interrumpió. El problema no estaba en la trama mañanera de Emma, sino en que Gen había arrancado una crisis de ansiedad porque ambas siempre llegaban 10 minutos antes de que empezara la clase.

—¿Dejarte plantada? ¿Cómo se te ocurre? —Emma abrió completamente su pierna derecha en un perfecto horizontal. Estaba usando leggins de color lavanda y un top blanco. Se notaba un pedacito de sus abdominales superiores ligeramente marcados. Esa mañana estaba peinada con dos trenzas pegadas, y sus labios tenían un brillo natural gracias al bálsamo humectante.

No podía ser más bella, ¿cierto? Escarlata era la modelo de profesión del grupo, y siempre estaba arreglada igual que Emma, pero Emma irradiaba de forma distinta. Cuando se conocieron, Emma no tenía el mismo cuerpo fino que ahora, pero era tan bella como ahora, pero ella no lo sentía de esa manera. Por esa razón, Gen era feliz al verla con más autoestima, sí, verla, porque Emma no era la clase de persona que se admira en voz alta, nunca la habían escuchado decir que se gustaba, pero se notaba que lo hacía.

—Como ayer te bajó, y parecía que estabas mal. —Gen cruzó sus piernas en flor de loto

—Digamos que recibí medicina poderosa en la tarde... —sonrió, y se inclinó para colocar sus manos sobre cada rodilla de Gen— que me alivió en pocos segundos. —Gen se quedó mirando la sonrisa de Emma, esperando a que siguiera hablando—. ¡Tienes que adivinar, Gennie! —le sacudió las piernas, riendo muy alto.

—¿Besaste a Colin? —reaccionó.

—Ojalá —se curvó, colocando su frente en el suelo.

—Pensé que la medicina eran sus besos o algo así —musitó.

Emma se ruborizó, irguiéndose de nuevo.

—No. Él hace química en mi cerebro, y no necesita besarme para eso.

—Qué bien que estén en ese camino, Emmy.

—Luego te cuento detalles —sonrió, apretándole las manos juntas—. Pero, ey, ¿sí irás a la noche de chicas? Esta vez será en mi casa. ¡No quiero un no! —suplicó. La miró a los ojos, entre una sonrisa automática y un ceño arrugado—. Hasta puedes dormir en mi cama. Será divertido, pero no será tan divertido sin ti.

Las Cenizas De Emma© #3Where stories live. Discover now