Conversaciones

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Haru

Salí del departamento de Makoto, sintiendo varios nudos en la garganta. Que rabia, pues justo cuando quiero vivir sin miedos, uno nuevo acababa de nacer; había expuesto mi vida para salvarlo y ese el pago que me da: Echándome de su casa y despreciando lo que hice, como si fuera una nimiedad...Soy demasiado patético...


Le mandé un mensaje a Nagisa, diciéndole que llegaría a casa en un par de minutos, y aprovecharía de comer algo en el café Shinto; luego de aquel mensaje, guardé mi teléfono. Crucé una calle con luz roja y sentí un choque en mi hombro derecho. Vi a un tipo de cabello negro bajo un gorro azul oscuro y ojos rojos

-Disculpa-respondió ese tipo, mientras caminaba

-No hay problema-respondí con tranquilidad y siguiendo mi camino. No le presté demasiada a lo demás, solo quería ir a comer algo, pues mi estómago rugidor me reclamaba comida y no iba a negarle ese gusto


Salí de la cafetería sintiendo un alivio embargar mi pecho y mi hambre. Un suave sol empezaba a asomarse y sentí sus tibios rayos calentar mi piel, gruesamente cubierta por la gabardina y la bufanda. Una sonrisa cruzó mis labios, pensando en lo que iba a vivir de ahora en adelante, a pesar de aquella latente inseguridad instalada en mi cabeza. Monté el primer taxi que ví disponible, mientras mi mente soñaba profundamente despierta. Llegué al departamento en un par de minutos y fuí saludado por un Nagisa de brazos cruzados y ceño fruncido de forma adorable. Entré y me senté en el sillón blanco frente a la televisión, y mi rubio amigo se plantó frente a mí

-¿¡Donde estabas metido?!-chilló el rubio, mientras me abrazaba por los hombros y me zarandeaba-¡La última vez que hablamos fue anoche, antes de irte a una junta!

-Lo sé, y te debo muchas explicaciones-resoplé-Verás, Kisumi me llamó, pidiéndome que me hiciera cargo de Makoto mientras salía

-Pero...¿no se supone que estabas enojado con Mako-chan?-preguntó Nagisa; es cierto, le había dicho una mentirilla blanca, diciéndole que peleé con el pelicastaño Ghoul

-Sí, pero al parecer cogió una enfermedad algo grave y no podía dejarlo solo-respondí con la mirada fija en la tele apagada

-¡Santo Dios!-exclamó el rubio, alborotando sus cabellos-¿¡Acaso está bien?!

-Sí, y aprovechamos de hacer las paces. Me quedé a dormir allá y me vine temprano para no faltar a clases-añadí sonriente-Lamento si te preocupé sin necesidad-revolví los cabellos de mi rubio amigo, mientras este se sentaba y me besaba la mejilla

-No hay problema, pero no quiero mas sustos-responde Nagisa con una mirada brillante en sus ojos rosáceos

-Y...¿cómo van las cosas con Rei?-indagué con una expresión pícara; tenía entendido que mi amigo rubio estaba saliendo con el mesero del café Shinto, pero que aún no era nada oficial

-Pues...las cosas van bien...-el ojirosado se removió nervioso y sonrojado en el sofá

-¿Te trata bien?-pregunté algo más serio; no quería que mi amigo viviera lo mismo que yo viví, que un imbécil de cara bonita lo manipulara para hacer lo que viniera en gana con él

-Es un auténtico caballero-suspira Nagisa, con un tono de enamorado que no pasó desapercibido; una alegre carcajada escapó de mis labios

-Me alegra escucharlo, vivo con la constante preocupación de que...

-...me pase lo mismo que a tí-concluye el rubio-...entiendo tu preocupación por mí, pero uno no puede desconfiar de todo el mundo

-Ya sé, pero no puedo evitarlo...lo mío con Sousuke fue demasiado doloroso como para poder olvidarlo-resoplé con una lágrima deslizándose por uno de mis ojos

Solo una mordidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora