Capitulo 25: Conejos

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Bajamos del auto e inmediatamente él ya me estaba abrazando y besando con avidez. Apenas cruzamos la puerta, empezamos a quitarnos la ropa sin dejar de besarnos, mientras nos dirigíamos a la habitación dejando regada la ropa en el camino. Lo mío fue más fácil, solo tenía la campera y el vestido, él llevaba muchas más prendas.

Volvimos a hacerlo, esta vez en la comodidad de la cama, con el mismo deseo de la primera vez, un deseo que parecía haber sido contenido por mucho tiempo, y que hoy se desbordaba.

Salimos de la cama porque teníamos mucha hambre, pedimos comida china. Yo me puse uno de mis remerones, él solo sus bóxers y la remera. Comimos en la mesa ratona de la sala mientras pusimos el televisor a reproducir videos musicales.

Estábamos muy acaramelados, comiendo muy juntos, alimentándonos por momento el uno al otro en la boca, y dándonos cortos besos entre bocados. Cuando terminamos nos quedamos inmóviles, un poco por lo llenos y otro tanto por el cansancio, muy abrazados.

—Puedes quedarte a dormir si quieres —le dije pasado un rato.

—¿A vivir dijiste, no es muy pronto? —dijo riendo.

—Deja de hacer el tonto —le pegué con un almohadón.

—Aish, ¿en serio quieres que me quede, acaso no te alcanzó y sigues queriendo más? —me puse roja y él reía divertido.

—A dormir dije... no lo que estás pensando —volvió a reír.

Juntamos todo para irnos a dormir, había sido una tarde intensa, y para él más si le sumamos que había entrenado.

Le ofrecí un cepillo de dientes nuevo, pero él tenía el propio en su bolso del gimnasio, del cual sacó también la malla y la toalla mojada y las colgó en el tendero que había en el pequeño lavadero al lado de la cocina.

Nos acostamos haciendo cucharita, él en mi espalda, se sentía bien estar rodeada de esos brazos fuertes.

Cuando mi cuerpo se estaba relajando para entregarme en brazos de Morfeo, Jungkook empezó a darme pequeños besos en la nuca y en mis hombros, la mano con la que me abrazaba la llevó a mi pecho y apoyó en mis glúteos su erección.

—¿Pero es que tú no te cansas?

—No... así que será mejor que te vayas acostumbrando —me dijo pegado a mi oreja con una voz ronca cargada de deseo.

Y volvimos a hacerlo antes de dormir.


***


Por la mañana me acompañó a mi salón de clases. Su brazo derecho iba enredado en mi cintura, el bolso del gimnasio colgaba de su otra mano, por sobre su hombro. Al llegar a la puerta, me atrajo hacia él y me dio un largo beso. Yo no podía abrazarlo, tenía un café en una mano y en la otra mi bolso de clases.

—Te veo luego en la cafetería —me dijo—, te aviso cuando estoy yendo, así coincidimos allí.

Asentí con la cabeza como toda respuesta, me dio otro beso y se marchó llevándose la mirada de varias chicas por el camino.

—Amiga, se te ve radiante... —me dijo Hana que estaba en la puerta—. Parece que este chico llegó rapidísimo a primera base

Inmediatamente me puse roja, y bajé la mirada al piso.

—Vamos a sentarnos, me duelen un poco las piernas.

—¿Tan intenso es el muchacho, o ya estabas desacostumbrada? —preguntó de manera burlona, a la vez que me pegaba con el codo.

ENTRE EL SOL Y LA LUNA - (KSJ - JHS)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant