50. Bailemos

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Me siento emocionada al darme cuenta del lugar que Dierik pensó para cenar, cuando él baja y abre la mochila que trajo para darme mis pantuflas me hace sonreír por cómo tomó en cuenta traer esto. Al salir del carro lujoso, el viento con olor a sal me golpea de inmediato, la arena metiéndose entre mis pies y los zapatos, las olas escuchándose no tan lejos de nosotros y solo la luna iluminando en estos momentos.

Una cena de madrugada en la playa.

- Arriba - Dierik toma mi cintura y me sube al capó del carro - es peligroso comer en la arena a oscuras.

- Esto me gusta - sonrío aun más cuando veo que toma asiento a mi lado - es algo romántico.

- Un poco, quizá - asiente sacando los platos de comida y algunos refrescos a temperatura ambiente - te prohíbo tomar bebidas frías hasta que termine tu período.

- No me lo tendrás que decir dos veces.

Nunca más quiero sentir los cólicos.

Cuando veo mi comida la boca se me hace agua, un delicioso filete de pollo bañado en salsa de champiñones con una ensalada de papas y verduras cocidas, es hermoso. Volteo a ver a Dierik y él pidió algo diferente a mi comida, una lasaña es lo que degusta y me pregunto el porqué, quizá ese se le antojo más. Mientras comemos empezamos a hablar de mi graduación, el cual se celebrará en tres días.

Espero no tener el período para ese entonces.

- ¿Qué han dicho tus padres sobre la graduación? - pregunta mientras toma un sorbo de la limonada.

- Mi mamá apenas y me pregunta algo más que como estoy - me encojo de hombros y saboreo la salsa de champiñones - cuando le comenté dijo que intentarían venir, el congreso se ha extendido una semana más.

- ¿Y te molesta?

- Para nada - sonrío viéndolo - así puedo pasar más tiempo contigo.

Sonríe negando.

- Eres imposible, Lesa - mordisquea su lasaña.

- Y tú impredecible - tomo un sorbo de mi bebida.

- No, no lo soy - frunce el ceño - una vez sepan que me gusta y que no todo estará bien.

- ¿Así? - dejo mi comida a medio camino y enarco una ceja - aparte de no compartir y detestar perder, ¿qué no te gusta?

Él duda un momento.

- Agregando un dato de mis gustos sobre la gastronomía... - pincho uno de los champiñones con el tenedor y lo llevo a mi boca - no me gusta lo que acabas de comer.

- ¿Champiñones?, ¿no te gustan? - niega haciendo una mueca de asco viendo mi plato casi vacío - eso explica porque pediste cenas diferentes.

- Sí, no me gustan - yo vuelvo a tomar otro de estos para darle un poco - no, no, no.

- Pareces niño chiquito - ladeo un poco la cabeza intentando saber el porqué no le gustan - son saludables y muy deliciosos.

Él niega alejándose del vegetal.

- Debe de haber una manera en que los comas - me lo termino metiendo yo a la boca.

- Quizá la hay...

No me esperaba, en absoluto, esto.

De manera rápida toma mis mejillas con una mano y me besa, no sin antes exigir dejarlo entrar a mi boca con su lengua para probar, al fin, lo que no le gusta. Me congelé, nunca imagine que se podía hacer eso. Cuando Dierik se asegura de haber ya arrebato el champiñon, me deja respirar y él mastica lo que yo ya me había preparo, psicológicamente, para comer. Mis mejillas arden por la acción tan intima que acabo de experimentar, ¿es esto algo bien visto ante los demás?, me da igual, sinceramente lo disfrute y mucho.

AtracciónWhere stories live. Discover now