11. ¿Cuál es el plan?

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Las preguntas de mi padre, parecen de todo menos de un jefe de policía, no lo culpo, su única hija llego horas después del rapto, aunque no estoy dispuesta a decirle que por un tiempo estuve en las manos del clan V, sería para mantenerme encerrada en la casa para siempre; así que, haciendo caso omiso a los consejos de Dierik y Dafne, creé mi propia historia, dejando a Adrian a un lado de ella.

Necesito saber porqué tiene esa obsesión conmigo.

Mi madre no me habla, ni me mira y finge que no estoy aquí, junto a ellos comiendo, pero está bien, quizá en otra ocasión me sentiría mal por su rechazo, sin embargo, necesito saber la definición de varias cosas que sé que me ocultan; Fernanda vendrá a mi casa, así que tengo esa increíble oportunidad y me siento mucho mejor sabiendo que mis padres saldrán, tendré casa sola y podré llamar a Dafne.

Termino mi almuerzo.

— Muchas gracias — digo limpiando las comisuras de mis labios — ¿puedo retirarme?

— No, esperas a que terminemos y lavaras nuestros platos — ordena mi madre y suelto un suspiro.

— Está bien — quedo en mi lugar, quieta.

— Aura — mi padre la mira significativamente pero ella lo ignora.

El segundo en terminar es él.

Creo que comió más rápido de lo normal por tal de no mantenerme ahí incómoda con el trato de mi madre, pero ella fue todo lo contrario, se tomó su tiempo para saborear cada bocado y todavía se sirvió una doble porción; dejó de martirizarme gracias al apuro de mi padre, quien ya tenía prisa por irse, solo entonces me levanto y empiezo a lavar los platos, hasta que tocan el timbre.

Solo una persona podría venir un sábado.

— Fernanda — mi madre la recibe con una sonrisa — bienvenida, pasa.

— Muchas gracias, señora Klesler — la saluda con un beso en la mejilla — permiso.

Mi amiga llega junto a mi.

— ¿Castigo? — susurra y mira mi rostro asustada — ay, no.

— Y golpes — aclaro igual de bajo.

— Bueno, no salgan de casa, ¿si? — mi padre nos mira a ambas que asentimos.

— Fernanda, Alesara tiene prohibido ir a la calle hasta nuevo aviso — la voz de mi madre vuelve a ser autoritaria.

Mi amiga asiente.

— Entiendo, señora — sonríe — lamento no haberla traído a casa anoche.

— Oh, no es tu culpa — mi madre le regresa la sonrisa — eso le pasa por irse con un chico.

Mi compañera de castigo me mira con una ceja enarcada.

— Bueno, nos vamos — repite mi padre — se portan bien, chicas.

— Adiós — se despide mi madre y cierran la puerta.

Al fin respiro en paz.

— ¿Un chico? — Fernanda se cruza de brazos.

— Tenía una chaqueta de sabrá Dios quien, se enfureció y me corrigió — explicó y me seco las manos.

— ¿Corregir? — se cruza de brazos — eso no es nada malo, Alesara, que te juntes con un chico es totalmente normal, además, no fue así.

— Sé que no, pero ella así lo cree — camino hasta el teléfono — y si te llegan a preguntar, no sabes nada, pero por si acaso, un loco intento robarme pero al darse cuenta que no tengo ni siquiera un celular, se fue dejándome golpeada.

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