4. Oscuridad

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El olor a basura vieja inunda mis fosas nasales cuando respiro con fuerza, mi cabeza duele, no solo por el golpe que recibí al ser empujada a la pared de este callejón medio oscuro, el chico que tengo enfrente obtiene parte de la culpa por solo tocarme. Mi mochila cae por mi brazo, hasta situarse en el doblez del codo, porque yo sigo aferrándome a los brazos musculosos de quien me provocará un paro cardíaco.

Su otro brazo se sitúa en mi cuello.

- Voy a quitar mi mano de tu boca, si gritas tendremos aún más problemas - su voz es gruesa, llena de amenaza y no me atrevo a verlo a la cara cuando cumple - ¿quién eres y por qué me sigues?

No puedo hablar.

Aquellas simples palabras me dejaron atemorizada, su voz se escucha tan relajada pero con miles de promesas de herirte con una oración. Su brazo izquierdo se sitúa horizontalmente para empujar mi cuello y se agarra de mi hombro; no le he visto la cara, no me atrevo a hacerlo, su mano derecha se posiciona en mi mentón y me obliga a hacer lo que mi valentía no pudo.

Quedo anonadada.

Su cabello rebelde cae por su frente, varias puntas de aquel negro apuntan a lugares diferentes naturalmente, a simple vista se puede notar la suavidad de su cabellera. La piel blanca de su rostro, resalta sus labios rojos y humectados, su mandíbula está muy bien marcada y, hay veces, que se contrae más con la fuerza que ejerce. Pero eso no me deja hipnotizada, sus ojos son los culpables de la pérdida total de mis sentidos, un verde esmeralda me detalla igual o más que yo a él, sus espesas cejas y sus largas pestañas me confirman la injusticia de la vida.

Sus ojos me mataron.

- Te he hecho dos preguntas - murmura aún con amenaza y tranquilidad - si te han enviado a matarme...

- No - niego rápidamente y mi pecho duele con solo pensar eso, ¿por qué? - nadie me ha enviado.

Su brazo ejerce más presión en mi cuello.

- Entonces, responde - sus ojos no se apartan de los míos - soy muy impaciente.

- Quería devolverte esto - digo a cómo puedo por la fuerza y el miedo.

Suelto su brazo.

Él observa detalladamente cada uno de mis movimientos, cuando dirijo mi mano hacia mi bolsillo trasero, la presión de su agarre se hace aún más presente y ya estoy empezando a no respirar bien. Con terror de cómo podría matarme fácilmente, saco sus cosas; no afloja lo que ocasiona mi falta de aire, sigue sin verme y logro ver su perfil izquierdo, dejándome aún más sorprendida por la belleza que posee, suelta mi mentón y toma sus pertenencias.

Sigo sin respirar bien.

- Dierik, suéltame - susurro y él se aleja de mi como si quemara.

Caigo de rodillas.

Acaricio mi cuello, soltando varios jadeos y no estoy segura del porqué, quizá sea por el agarre del cual fui presa o por, al fin, alejarme de un chico, ambos suenan ser situaciones en el que mis vías respiratorias dejarían de funcionar inmediatamente. Me pongo de pie y veo que el hermano de mi amiga me mira como si estuviera loca, cuando nuestros ojos chocan empieza a revisar sus llaves y su tarjeta, como si no entendiera absolutamente nada.

Suelta un bufido y vuelve a centrarse en mi.

- ¿Cómo sabes mi nombre? - su seriedad me aterra.

- Vi el nombre de la tarjeta - susurro evitando su vista para luego enfocarme en sus hermosos ojos otra vez - tenía que saber a quién le pertenecía.

- ¿Me seguiste dos kilómetros solo por devolverme esto? - alza sus cosas y sonríe con burla - bastaba con que me llamaras, ¿sabes?

- No podía - quedo sorprendida por la distancia que inconscientemente recorrí.

AtracciónTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang