43. Enamorada

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"Salimos corriendo, huyendo de lo que acabará con nuestras vidas, las calles húmedas por la lluvia que cae solo nos atrasa dándole mucha ventaja a nuestro perseguidor; nuestras manos siguen unidas, hasta que llegamos al callejón donde todo comenzó, el mismo que nos deja sin salida, es ahí cuando me suelta y quien me fundía miedo ya no está.

¿Lo hemos perdido?

- Los hombres son peligrosos, Alesara - mi vista va hacia mi madre - cometiste el peor error de tu vida, ahora sufrirás las consecuencias.

- Mamá, puedo explicarlo - digo preocupada porque ella haya visto mi mano unida a la de él.

Pero mi miedo aumenta al oír un arma.

- Morirás por amar ciegamente - repite la mujer que sufrió por un hombre equivocado.

- Dierik... - me alejo de él cuando me apunta con la pistola.

- Confiaste en la persona equivocada, mi reina - Adrian ríe negando - al fin te darás cuenta del verdadero malvado de la historia.

- No, Dierik, ¿qué haces? - mis ojos se cristalizan al ver los suyos sin sentimiento alguno.

Y dispara hacia mi pecho."

Me levanto asustada, tocando la parte donde se supone impactó la bala pero lo único que siento es mi corazón palpitar demasiado rápido junto a mi respiración. Trago saliva intentando así ahogar mi preocupación, a mi lado se encuentra la escena que me calma por completo: Dierik dormido, se ve tan hermoso que me es imposible no darle un beso, uno muy suave en sus labios tan lindos.

Se remueve pero no despierta.

Salgo de la cama y un escalofrío recorre por mi piel cuando el aire choca contra ésta, ni siquiera tuve la decencia de ponerme ropa, así que agarro la camisa negra de Dierik y me la pongo. Bajo a la cocina sintiéndome confundida por la pesadilla que tuve, ¿cómo pude soñar que él me haría algo a mi?, no sería capaz de hacerlo, me ha protegido y cuidado demasiado bien para ser cierto.

¿Y si ese es el problema?

Suspiro viendo que es de madrugada y se me ha escapado el sueño, me sirvo un vaso con agua y disfruto lo fresco que me sabe el líquido, pero hay algo más en lo que no puedo dejar de pensar; ¿Adrian tenía una foto mía?, dijo que me conocía desde que era niña por medio de una foto que había en el closeth de sus padres, ¿por qué habría una ahí?, quizá Félix tenía esa foto porque sabía que era su hija.

Unos pasos me tensan de inmediato.

- ¿Lesa? - me relajo cuando su voz se escucha por el lugar.

- Creí que estabas dormido - sonrío dejando el vaso en la mesa y viéndolo solo con sus pantalones.

Voltea a verme.

- No te sentí en la cama - se acerca a mi viéndome el cuerpo completo - pero que hermosa se ve, mi niña.

- Me gusta usar tus camisas, la verdad.

Sonríe enredando sus brazos en mi cintura.

- ¿Estás bien? - pregunta luego de darme un beso en la frente.

- Tuve una pesadilla - susurro a centímetros de sus labios.

- ¿Qué pesadilla? - coloca un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

- Uno muy horrible - de repente empiezo a sentir el dolor de la bala quemándome el pecho.

Me abraza más fuerte.

Él es el protagonista de mi pesadilla, el culpable del miedo y del dolor que sentí; pero también es el principal calmante, el responsable de la tranquilidad y de la paz que siento. Sus ojos verdes parecen oscuros bajo la poca iluminación, la luz de la luna no alcanza a apreciar la belleza que tengo frente a mi, su piel blanca tan lisa y suave que mis manos exigen el control para palmear sus notables músculos.

AtracciónWhere stories live. Discover now