39. Ser y Lea

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Mentira, crecí con un hombre que me demostró su amor con hechos y palabras, me cuidó, defendió y educó como una verdadera hija, ¿lo sabe?, ¿Esteban sabe que no es mi padre?, ¿está inmerso en mentiras como yo hace unos minutos?; no puedo culpar a mi madre por ser sinvergüenza, pero quiero una explicación, no estoy enojada, sin embargo estoy lastimada.

Dierik se da cuenta de mi presencia.

- Me asusta que mi padre... - mi medio hermano calla al ver la vista de su mejor amigo.

- Lesa - su mandíbula se tensa y camino hacia él con pena.

- Hola, Ale - la sonrisa que me brinda Abraham no llega a sus ojos.

- Hola - susurro incómoda.

El ambiente está tenso.

No sé qué hacer, no sé a dónde mirar o qué decir, quedo estática en medio de la oficina moviendo mis dedos sin parar, ni siquiera sé cómo reaccionar, no sé nada. Ellos permanecen quietos, como si me dieran mi tiempo de procesar semejante revelación, en una de las manos de Abraham se encuentra un sobre blanco con el logo del CESE, me imagino que son los resultados de los exámenes que nos hicimos los dos. Con tanto lío se nos olvidó a Dierik y a mi los resultados.

Yo carraspeo un poco.

- Felix no mentía - digo apenada y Dierik se acerca a mi - Esteban no es mi padre.

- Quizá no lleves su sangre - toma entre sus manos mi rostro - pero hizo y hace todo lo que un padre haría por su hija, así que sí, es tu padre.

Voltea a ver a Abraham.

- ¿Crees qué es por eso que Felix le tenga odio a los Klesler? - pregunta y yo me apego a sus costado.

- Podría ser - sus ojos se posan en mi - no puedo creer que haya intentado hacerle daño a su propia hija.

- Nunca confíes en un mafioso - Dierik suspira rodeando mis hombros con su brazo - lo que no puedo creer es que Adrian este desquiciado por su hermana.

- Eso tampoco me cuadra a mi - niega el chico frente a nosotros.

Una sirena nos alarma.

Algunos gritos se escuchan, pero no de miedo, sino de órdenes y me imagino que los agentes se están alistando para lo que venga, Dierik me posiciona tras suya en reflejo, para después detener a Abraham quien ya iba listo a la lucha. Las ventanas las cubre una persiana metálica, los nervios empiezan a traicionarme cuando mi labio inferior tiembla, mi mano se funde en la camisa del chico que aún está cubriéndome.

Después parece reaccionar.

- Quédense aquí - se aleja poco a poco.

- Dierik - lo agarro con fuerza de la mano poniéndome temerosa la constante alarma.

- Alesara, debo ir a ver que sucede - dice urgido - quédate aquí, volveré.

- ¿Y yo también debo quedarme?

Abraham frunce el ceño.

- ¿Quieres dejar sola a tu hermana? - pone un código en un panel sobre la puerta y ésta se abre.

- Estará bien, ¿verdad? - pregunto cuando vuelve a cerrar la puerta con llave.

- Es Die, siempre sale vivo - suspira y toma asiento en la silla.

- ¿Qué está pasando? - empiezo a tener escalofríos cuando las sirenas no paran.

Pero no se escucha nada más que eso.

- No lo sé, se supone que se activan las alarmas cuando el CESE está siendo atacado - me explica y ve su celular - pero no se ve nada en las cámaras.

AtracciónWhere stories live. Discover now