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Mis ojos estaban muy abiertos, me sentía nervioso, y asustado, solo tenía nueve  años, quería estar con mi madre, y con mi hermana, jugando en el jardín de casa, haciendo cosas normales, que hacen los niños normales.— Doctora Hanse, por favor...  —Supliqué, estaba sedado, aun así el  dolor iba a ser  casi insoportable.— Me estoy portando bien, quiero  irme a jugar con los cubos de colores, otra vez las descargas eléctricas no...

—Alan.—Sus finas manos apretaron las correas a través de mi cuerpo,  podría usar mis poderes e impedir esto, ¿pero  qué vendría después? tenía miedo  de saber  qué sería lo  próximo, tan solo deseaba volver a casa cuanto antes y que la pesadilla terminase.— Es por tu bien, será un momento.

Comencé a llorar.— Doctora Hanse, por favor, soy un buen niño, no  es correcto  que usted me castigue con esto.

Ella me observó con lástima, acariciando mi frente para después colocar los sensores que proporcionarían la descarga.— Lo sé, Alan, pero a veces, hacer lo  incorrecto, es la única forma de hacer lo correcto.




Mi mano limpió el cristal empañado del aula para así poder  ver el exterior, la niebla seguía rodeándolo todo, no estaba lloviendo, a penas había una pequeña brisa que movía las  hojas de los árboles.

A veces no podía evitar recordar a Hanse, tampoco podía evitar sentir dolor al pensar en todo lo vivido, pero ya no era como antes. Lo que me inquietaba de verdad, era no llegar a saber qué buscaba Hanse en mí. Quizás, ella sabía cosas que yo ignoraba, tal vez, estaba al tanto de una realidad totalmente desconocida para mí.

Quería averiguarlo, ¿y si volvía al centro para hacerle una visita? 

Alguien se  sentó en el pupitre que estaba a mi lado, para mi sorpresa, se trataba justo de la persona que estaba deseando ver—Ayer me quedé hasta  las tantas esperándote.—  Reclamó el papagayo parlante.—  ¿Se puede saber dónde te metiste?

—¿Te dejan venir a clases con esos pelos verdes?— Admiré su cresta, no quise pensar cuanto tiempo debía gastar en peinarse así.

Él dio un golpe con los  nudillos sobre la mesa mirándome con enfado.—¡Cinco muertes, Alan! ¡Cinco! ¡Y tú por ahí sin tomarte esto en serio!

Alcé los ojos y acto seguido solté un bostezo.— Todos los días muere gente, Liam, no es el fin del mundo.

Silencio incómodo.— ¿En serio? Alan, esto tiene que ver con nuestros padres, no podemos dejar las cosas así.—Me examinó más de cerca.—¿Por qué hoy no tienes  ojeras?

¡Qué pesados!

Alcé la vista al frente, Schizo estaba en la pizarra dibujando un montón de erecciones masculinas y pechos femeninos. — Ayer  fui al río , Liam, y me encontré con tres chicas, dicen que  estaban buscando a su madre, ha desaparecido y la policía no hace nada, después nos topamos con esos chavales y...—Liam me enseñó el Instagram de uno de ellos, había estado retransmitiendo en directo a la criatura  hasta que la cosa  se puso fea.— Vaya, pues ahí  tienes la respuesta.

—Las autoridades dicen que es  un fake, pero no dejan que sus familiares vean los cuerpos  y han cortado el acceso  al río, algo raro se  cuece aquí.— Explicó.— ¿Tú llegaste a ver a la criatura?

Guardé silencio agachando la mirada, no estaba muy seguro de  qué debía responder, si dejé morir a esos chicos, era porque quería que mi hazaña quedase en secreto.

SCHIZOPHRENIA //NUEVA VERSIÓN// NO TE LO PIERDAS!!Where stories live. Discover now