3〷 Dakota 〷

627 98 80
                                    

El mal es algo que crece dentro de cada uno de nosotros, cada ser vivo existente en el universo, lleva dentro de sí, una mota del cielo, y al mismo tiempo, del propio infierno.

Es a qué fuerza decides alimentar lo que define el resultado de tu persona. Supongo que todo el mundo dará por hecho que yo elegí alimentar a la bestia infernal que habitaba en mí.

Pero lo cierto, es que se equivocan.

Siempre busqué estar en el bando de los buenos, tratando de huir de las sombras, del ser villano al que estaba condenado a  convertirme.

Pasé demasiados años en aquel laberinto oscuro, tratando de encontrar algo de luz, mientras la risa histérica de Schizo resonaba entre mis oídos, haciendo estremecerse inclusive a mi propia alma. 

Nunca encontré la luz, de hecho, hoy sé, que nunca existió esa luz.

Las horas, días, semanas, meses, años, corriendo a través del laberinto, me enseñaron algo.

Yo no estaba alimentando a la bestia infernal.

Yo, era la bestia infernal.

Pero esto era algo que solo Schizo y yo sabíamos, nadie más tenía porqué compartir nuestro secreto, un secreto oscuro, cosechado por el mismo Lucifer, pues estaba cada vez más seguro de que él mismo había sembrado mi alma en este cuerpo de carne y hueso, como una semilla podrida que solo puede dar como fruto el caos. 

Nada, ni nadie, podrá pararme. 





                                                                              S C H I Z O P H R E N I A 



—¿Cómo te sientes?— La pregunta de mi hermana sonaba graciosa, ahora parecía que nos llevábamos bien.—Digo, después de perder tus poderes, ¿no te ves como más inútil o algo así? ¿te sientes decepcionado contigo mismo?— Rodé los ojos poniéndolos en blanco, Alice no había cambiado nada en absoluto a través de los años, su poca habilidad para evolucionar como ser humano me parecía un insulto hacia la creación, simplemente, no contesté.—Bueno, tranquilo, si necesitas que utilice mis poderes en tu favor, lo haré encantada por un módico precio.

Mis labios se curvaron a través de mis mejillas.

—No lo entiendes, ¿verdad , Alice?—Me detuve, con las manos dentro del pantalón del uniforme del instituto, era de color azul marino, llevaba una chaqueta roja, con una corbata a juego con el pantalón y una camisa blanca, el uniforme de Alice era igual salvo que vestía una falda con leotardos.

—Entender ¿qué? —Sus ojos felinos me observaban con diversión.

—Yo siempre quise ser normal, nunca deseé mis poderes, de hecho, convertirme en un niño normal, era lo que más deseaba en el mundo, ahora por fin, mi sueño se ha hecho realidad.

Alice bostezó.

—¿Ser un humano mediocre era el sueño de tu vida? Pues vaya mierda de sueño.

—Podré ser bien visto por la sociedad.— Comenté con burla , mientras retomábamos la marcha.

—¡Oh venga ya , Alan! ¡Mírame a mí!—Se señaló a sí misma.—Soy la más popular, y todos los chicos se mueren  por liarse conmigo.

Asentí.

—Pero eso sucede porque eres guapa y el mundo es así de superficial,  no porque tengas super poderes.—Doblé la esquina, viendo al ser más perfecto, bello y maravilloso que la creación ha engendrado a lo largo de la historia de la humanidad.

Si yo venía del infierno, ella venía del mismo cielo, era mi luz al final del túnel,  la paz y la bondad que Dios, me había negado.

Estaba seguro de que si el creador existía y nos observaba desde los cielos, ella debería ser una de sus joyas  más preciadas.

¿Cómo no iba a desearla? Los demonios ansiaban poseer a las personas, pero yo iba mucho más lejos, quería ser dueño de un ángel.

Y Dakota, era mi ángel, desde el primer momento en que la vi.

—¿Has visto cuanto ha engordado? Y no es que haya crecido mucho, se ha vuelto gótica, mira esa piel blanca, parece un fantasma, por no hablar de su cabello negro,  no le pega en absoluto.

Solté un gruñido de fastidio.

Alice alzó su mano hacia Dakota, la cual iba caminando a mitad del paso de peatones, un fuerte viento la empezó a azotar, levantándole la falda por los aires, todo el mundo comenzó a burlarse y reírse de ella , algunos incluso la grababan con el teléfono móvil.

—Mierda, Alice, ¡Para, joder!— Le pegué un empujón mientras mi hermana soltaba carcajadas de diversión, corrí hacia Dakota, quitándome la chaqueta para taparla, ella me empujó con violencia al notar mi cuerpo rodeando el suyo, hasta que nuestros ojos se miraron fijamente, y entonces, me reconoció.

—¿Alan? 

Sonreí, consiguiendo cubrir su cuerpo para evitarle la vergüenza, sus ojos se aguaron, pero no parecía ser por estar pasando un mal momento,  sino por la emoción de volver a verme.

—Creía que...—Sus manos apoyadas en mi pecho, todos empezaron a extrañarse por verme allí, algunos me reconocían, otros no.

Los observé fijamente, mientras me llevaba a Dakota hacia el interior del instituto.

—Son unos imbéciles, no les hagas caso.—Murmuré a su lado, ella no parecía afectada, estaba en shock por volver a verme.—¿Se suelen meter mucho contigo?—Pregunté, examinando su piel, en busca de algún signo de violencia.

Todo parecía correcto.

Me temblaban las manos, ansiaba tocarla, pero debía disimular mi ansiedad por ella.

—A veces, pero no es algo que me importe, la verdad.—Soltó una sonrisa descarada, se veía una chica fuerte, segura de sí misma,  examinaba cada una de sus expresiones, tratando de memorizar hasta el último poro de su piel.

—Bueno.—Me encogí de hombros.—Si necesitas ayuda, aquí  tienes a tu mejor amigo de la infancia de vuelta, ahora mido un metro noventa, así que les llevo ventaja. —Guiñé uno de mis ojos, ella se sonrojó.

Tratamos de decir  algo a la vez, a lo que nos callamos al mismo tiempo, le pedí que hablase primero.

—Tengo que ir a clases ya, Alan, pero tenemos que vernos, prométeme que no volverás a desaparecer.

Asentí feliz de que nuestros planes fuesen los mismos.

—Claro, ¿haces algo esta noche? podemos ver unas pelis de terror con algunas palomitas y varios litros de helado de menta.

Ella me dio un golpecito  en el estómago.

—¡Sigues siendo un loco de las chuches!

Soy un loco de absolutamente todo, loco a tiempo completo.

—Bah, ¿me vas a decir que no te apetece? llevas más de cinco años sin quedar conmigo... no seas cruel.—Me hice un poco la víctima.

Ella mordió su labio inferior.

—Sigues teniendo cara de ángel.—Suspiró.—¿Quién te dice que no con esos ojos azules y esas mejillas pecosas?—Me pellizcó una de ellas a lo que mi corazón se disparó.

Quise memorizar también esa cálida sensación, la de su piel  tocando mi piel.

Había necesitado tanto esto...

—Alan, ¿estás bien?—Cuestionó.—Te has puesto muy rojo.

—Sí, es solo que... tengo ganas de cagar, bueno,   esta noche nos vemos ¿eh?— La agarré de una forma un poco torpe por los codos , para atraerla hacia mi y darle un beso en la frente.—Cuídate y si se meten conmigo no dudes en contármelo.

—Así lo haré.— Me devolvió el beso en la mejilla, y todo mi infierno interno, ardió en llamas.

Si, definitivamente, ella era lo que necesitaba.

—Hasta luego, Dak.

SCHIZOPHRENIA //NUEVA VERSIÓN// NO TE LO PIERDAS!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora