DARÍO tiene dieciséis años, estudia en el instituto privado más elitista de Valencia y (casi) todos sus amigos se llaman Cayetano.
Una noche, Darío se cuela en una discoteca y tiene un encuentro con Salva... o más bien, un reencuentro.
SALVA también...
1. igual te incomodo escribiéndote otra vez, pero sé que tienes mucha tolerancia a la incomodidad
2. también tienes mucha paciencia, me aferro a eso
3. después de la pintada que has dejado en la puerta del club NECESITO escribirte
FUCK CAYETANOS.
¿Tiene la frase un doble sentido? Conociéndote, estoy seguro de que sí.
Me hace gracia porque empecé a hablar contigo (después de la noche en Desengaño y después de que te diese un número falso, lo siento) justo por la pintada de Amor que dejaste en el instituto.
¿Qué viste en mí para esforzarte tanto para conseguir una cita conmigo?
Le he dado muchas vueltas a nuestra relación y creo que la razón principal por la que estaba condenada al desastre es que nunca he sabido qué viste en mí.
Porque yo vi en ti muchas cosas que me faltaban.
Luz, por ejemplo. Eres el tío más lleno de luz y más lleno de vida que he conocido jamás. También eres la persona más valiente del mundo. No tienes miedo a partirte los dientes ya sea diciendo que quieres besarme o estrellándote contra un camión yendo en monopatín (¿todavía es pronto para bromear con esto?); y si tienes miedo, eso no te impide hacer lo que quieres, que es lo importante. Y eres generoso y bueno y noble y darías un brazo y tres riñones (aunque sea imposible) por cualquiera de tus amigos, por tus padres, por tu hermano y hasta por mí.
Me gustas por todas esas cosas y muchas más, pero no dejo de preguntarme por qué te gusto yo a ti cuando no tengo ninguna de ellas. Y lo digo genuinamente. No sé qué has visto en mí y al mismo tiempo sigo insistiendo en que hablemos y sigo dándole vueltas a todo lo que ha pasado y te mando este mensaje con la esperanza de tener otra vez la oportunidad de estar contigo.
Supongo que soy tan tonto como para no saber por qué quieres estar conmigo pero tan listo como para saber que sería una gilipollez renunciar a estar a tu lado.
O quizás es al revés. No sé.
En fin, me pongo intenso y no es plan.
Tendrías que haber visto el cabreo de Cayetano hoy frente a la pintada. Estaba tan rojo como su pelo, moviéndose desesperado y jurándole una y otra vez al dueño del club que no había tenido nada que ver y que encontraría al culpable.
Con Cayetano es curioso porque verle enfadado me hace gracia y al mismo tiempo me da un miedo que te cagas. Hoy me ha dado casi más miedo que nunca pero aún así he estallado, me he defendido verbalmente de lo que me ha dicho y le he contado todo a Bosco y Borja. Con todo me refiero a lo de la denuncia, a lo de que Cayetano ha estado amenazándome desde hace semanas y también a ti.
Concretamente he dicho que he follado con un tío. Lo he gritado. Y el tío eres tú, por si tienes dudas.
Después me he ido y me ha tocado explicarle lo que ha pasado a Ricardo y en un rato tendré que hablar con mi madre también. Me da miedo hacerlo, la verdad. Eso es lo que me da más miedo de todo: contárselo a ella y hacerle daño. Pero al mismo tiempo me dan igual las consecuencias: no quiero seguir escondiéndome, o huyendo, como me dijiste tú.
En fin, sé que lo de que me llames Cayetano es una broma privada nuestra y me hace mucha gracia y me pone hasta un pelín cachondo dependiendo de cómo me lo digas, pero también me fastidia que me veas como uno de ellos. Me duele que me veas como alguien así: cobarde, que se divierte haciéndole daño a los demás como Cayetano, Borja, Bosco y Adrián le hicieron daño a Pelayo.
Sé que ha sido cosa mía, que solo he pensado en sobrevivir al instituto y al final he acabado haciendo cosas que no quería y que estaban mal... yo que sé.
De verdad, ni idea, no dejo de escribirte tonterías, perdón.
Solo quiero darte las gracias por haberme forzado a parar y a reflexionar aunque haya sido a base de dejar pintadas en las paredes. Gracias de verdad. Y perdón otra vez.
Y ya, que no te voy a escribir más.
Con amor (jajajajajjajaja),
Darío
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