2. SALVA

4.5K 254 791
                                    

🎵 Mi gran noche- Raphael  🎵

Mi amigo Jonathan lleva trabajando en la discoteca Desengaño solamente tres semanas y ya nos ha colado a todos dos veces, invitándonos siempre a copas. Sé que es cuestión de tiempo que le despidan, no solo porque no deja de colarnos, sino porque de verdad que no es el típico chico que pueda trabajar en un bar: el chaval siempre da conversación y tiene una sonrisa encantadora... pero pierde la concentración enseguida y le cuesta muchísimo acabar lo que empieza.

Pero bueno, aquí estamos, apoyándole en su aventura como camarero. Al final, nos está colando gratis y Raisa y yo, siendo menores de edad, ni si quiera deberíamos estar aquí. Raisa, Isaac y yo nos hemos sentado en una mesita redonda a su lado, para poder darle conversación y avisarle de que hay clientes reclamando su atención. Aunque ahora nos hemos quedado todos en silencio, fascinados por el espectáculo de Drag y bastante quemados de las horas que hemos pasado bailando.

Acaban de poner Me duele la cara de ser tan guapo, Raisa se me ha quedado mirando y ha dicho, sin pronunciar palabra: esta canción está hecha para ti. Ni si quiera eso me ha dado el impulso suficiente para salir a bailar.

—Estoy agotado —digo, acabando el cubata que me he estado bebiendo hasta ahora y agarrando el de Isaac aprovechando que él no mira.

—¡Será posible! Y lo dices tú, yo tendría que estar estudiando para el examen del lunes... —murmura Raisa.

—Dejad de quejaros ya, pequeños saltamontes —dice Isaac—. Jonathan nos ha invitado con todo su buen corazón y nos ha ofrecido alcohol gratis... Espera, ¿me acabas de quitar la copa, Salva?

Resoplo.

—No te preocupes, si ahora voy a por una —digo, dirigiendo mi mirada hacia la barra en la que Jonathan sigue trabajando.

Millònaria, de Rosalía, empieza a sonar y es entonces es cuando le veo. Hay un chico de cabello rubio y corto que viste camisa blanca, pantalones vaqueros negros rasgados por las rodillas y un pañuelo anaranjado en el cuello. A su lado, otro con el traje azul celeste y gafas redondas que trata de comunicarse con Jonathan. El chico rubio no mira al de gafas pues... me está mirando a mí.

El chaval entrecierra un poco los ojos, abre la boca y mueve los labios para decir:

—¿Salva? —es mi nombre. Ese es mi nombre.

Es él. Joder, tiene que ser él.

—¿Darío? —pregunto y después agarro a Raisa de la mano para decirle—: Dios mío, Raisa, es Darío.

Estrecho la mano de mi amiga y me pongo de pie, casi corriendo hacia la barra para mirar al chico rubio de cerca, pues necesito asegurarme de que estoy delante de una persona real y no un producto más de mi imaginación.

—Eres Darío, ¿verdad? —pregunto.

—Y tú eres Salva —confirma él.

—Joder, cuanto tiempo —suspiro—. Bua, ¡qué guay! ¡Qué bien verte! —añado y después busco a Jonathan con la mirada—. Jona, tío, ¡es Darío! ¿Te acuerdas de Darío?

Jonathan se acerca a mí y aprovecha para servirle la copa al chico de traje azul celeste.

—Sírveme una igual a mi también —aprovecho para decir.

—Y a mí —añade Darío abriendo su cartera para pagar las copas.

—No, no hace falta que pagues nada, si el camarero es colega mío. Ven, ven, voy a presentarte a mis amigos que seguro que se acuerdan de ti —decido, agarrando a Darío de la mano y cogiendo la copa con la otra.

Perdona si te llamo Cayetano | A LA VENTA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora