3. DARÍO

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🎵 I Kissed a Girl- Katy Perry 🎵
🎵 Yonaguni- Bad Bunny 🎵

—Amor...

¿Cuántas veces le he dicho esa palabra? Amor, amor, amor... Pero seré cursi. Pero seré imbécil. Joder, qué guapo está Salva. Joder, lo he tirado contra el suelo y ahora yo me he puesto encima de él y le estoy besando en el estómago. Sabe a sudor y a alcohol y a sal. Joder, Darío, contrólate, que estás en un portal al lado de una discoteca y alguien podría verte.

Sería una mierda que alguien te viese en este momento en el que estás tan... ¿cachondo? ¿vulnerable?

Estoy enrollándome con un chico por primera vez en mi vida... y tenía que ser justo él.

Agarro a Salva por el cuello de la camisa, acarreando su torso inmóvil, le pongo de pie hasta que está completamente erguido y él aprovecha para agarrarme a mí también y golpear mi espalda contra la pared. Ahora solo le veo a él: sus ojos marrones adquieren nuevas tonalidades como una canica atravesada por la luz del sol.

—Amor —me permito decirlo una vez más, contra su oreja, mientras él sigue besándome el cuello.

Pero entonces escucho una puerta abrirse o algo de vidrio quebrándose contra el suelo y estallando en mil pedazos. El hechizo o lo que mierdas sea que me ha poseído se rompe de golpe porque ya no estamos solos. Joder, ya no estamos solos. Me aparto de Salva instantáneamente, intentando recuperar el aliento, y él hace lo mismo.

—¿Raisa? —escucho decir a Salva y yo recojo mi pañuelo naranja, que me coloco como puedo en el cuello. Después me pongo de pie y me arreglo la camisa tratando de recuperar algo de toda la dignidad que he perdido.

Delante de nosotros está la ordinaria esa, la amiga de Salva. Parece que ella también se arrepiente mucho de haber visto todo esto, pues se está frotando las manos, probablemente haciéndose daño al clavarse esas uñas tan largas y afiladas que tiene. Clava la vista en el suelo... creo que no sabe dónde esconderse.

—Yo... lo siento mucho —dice, finalmente—. Siento haberos... interrumpido.

—No, no te preocupes —dice Salva —. Solo estábamos... poniéndonos al día.

Joder, y dice esto con una tremenda sonrisa en la cara. Pero será imbécil.

—Voy... voy a entrar...—digo yo, rascándome la nuca —. ¿Qué hora es?

Miro el reloj que marca las seis menos cuarto de la mañana. Mierda.

—En realidad he salido porque quería hablar contigo —dice la chica—. No es nada importante, eh, es solo que tu amigo está bastante mal.

—¿Pelayo? —pregunto.

—Sí. Está súper pedo y ya lleva un rato ya llorando porque se ha manchado su traje de Gucci o de donde mierdas sea —explica la chica.

—Con lo que te gusta a ti quedarte de niñera —comenta Salva y yo me siento tan fuera de lugar que podría echarme a llorar también.

—Pues voy a ir a buscarle —digo rápidamente, acercándome a la puerta de la discoteca y ya sin saber ni a donde mirar de la vergüenza que siento.

—¿No quieres quedarte un rato más? —pregunta Salva—. Y nos fumamos un cigarro.

Respiro hondo, pues empiezo a enfadarme y ni si quiera sé por qué.

—No fumo —digo.

—No, si yo tampoco... Pues entro contigo. Entramos los tres —responde él, mirando a su amiga, que parece bastante enfadada.

Perdona si te llamo Cayetano | A LA VENTA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora