32. DARÍO

1.4K 113 267
                                    

🎵 Gegenwart- AnnenMayKantereit  🎵

—¿Quieres que te lleve en coche al campo de tiro? —me pregunta Ricardo en la mañana del sábado cuando desayunamos en el comedor de casa.

—¿Qué pasa con Daniel? —pregunta Jimena, sentada a mi lado y devorando una tostada con aguacate y salmón ahumado —. Hace un millón de días que no viene por aquí.

Yo también estaba a punto de preguntar por el chófer.

—Acaba de tener un bebé así que seguiremos sin verle una temporada —responde Ricardo.

Así que sumándole a eso el hecho de que mi padrastro ha llegado a un punto de su carrera empresarial en el que, según él, ya no necesita trabajar más para seguir ganando dinero, Ricardo está casi más presente en nuestras vidas que nunca.

—El bebé lo habrá tenido su mujer —puntualiza Jimena.

—No tenía ni idea —murmuro.

—Normal, si creo que no he intercambiado ni tres frases con él, os juro que todo lo que sé es lo que me he ido inventando con los años —añade mi hermanastra—. Pues nada, dale la enhorabuena de nuestra parte, supongo.

El último comentario de Jimena me hace sonreír. A mí también me pasa lo mismo. Cuando alguien me dice que ha tenido o va a tener un bebé si ningún tipo de contexto es difícil saber si felicitar o no.

—Yo iré andando al campo de tiro —digo yo, respondiendo a la pregunta inicial de Ricardo.

—¿Y tú? —pregunta Ricardo mirando a su hija—. ¿Vas a ir a algún lado?

Jimena niega con la cabeza.

—No, vendrá Cata en un rato y nos quedaremos en casa —explica—. Estás un poco pesado, ¿no? ¿Quieres quitarle el trabajo al chófer?

Ricardo pone los ojos en blanco.

—Perdón por querer pasar tiempo con mis adolescentes —dice, sonriendo.

—Yo me despido de mi madre y me voy, que aún llegaré tarde —digo, levantándome de la mesa—. Te mandaré un mensaje por si te apetece recogerme.

—¡Gracias Darío por darme un propósito en la vida! —exclama Ricardo alzando las manos y haciendo que Jimena y yo sonriamos también.

He decidido ir andando hasta el campo de tiro porque de veras necesito mentalizarme para aguantar a Cayetano el día de hoy. En esta última semana el tío ha aprovechado cada mínima ocasión para dejar caer un comentario que, fuera de contexto, nadie entiende, pero que a mí me manda un mensaje claro: en cualquier momento, desvelaré todo lo que sé.

Ojalá fuese un poco más valiente y me enfrentarse a él.

Pero, joder, me da rabia.

Después de tantos años mamá y yo hemos llegado a un momento vital más o menos estable... Si Cayetano cuenta lo que sabe, todo volverá a tambalearse para los dos.

En mi camino al campo de tiro me encuentro con Borja y Bosco que salen del coche de su chófer y me saludan efusivamente.

—¿Vienes andando? —me pregunta Borja.

—¿Qué tal, tío? —inquiere Bosco.

—Voy andando, sí. Y todo bien —respondo.

Rara vez me quedo a solas con ellos sin tener a Cayetano por medio y, la verdad, nunca sé qué decirles. En mi cabeza, los dos son la misma persona y a una mala no sería capaz de distinguirlos pues juntos se convierten en una masa amorfa de cabellos cenizos, sonrisas brillantes y comentarios propios de niñatos de diez años.

Perdona si te llamo Cayetano | A LA VENTA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora