Expreso al corazón

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El chico nuevo de la cafetería no deja de escribir mal su nombre, Charlotte esta decidida a averiguar el porqué.

AU CoffeeShop para superar un pequeño bloqueo mental.

Leyó el nombre en letras negras a un lado de su taza y cerró los ojos, suspirando de frustración y exasperada porque no era la primera vez que algo así le ocurría en este lugar.

La primera vez que ocurrió lo había pasado por alto como una equivocación de principiante, lo había entendido, incluso aunque su nombre no debía ser muy difícil de escribir y de recordar, quizás Henry se había sentido nervioso por tratarse de su primer día y había cometido un pequeño error... pero eso había sido hacia cuatro semanas.

Después de todo ese tiempo, después de todas las veces que había ido a esa misma cafetería con sus amigos, de haber corregido su error, este sujeto tendría que haber aprendido su nombre. El muy maldito se sabía muy bien los nombres de sus amigas.

Pero parecía haber un problema con el suyo. Henry seguía escribiéndolo mal, pronunciándolo mal. No importaba cuántas veces ella lo corrigiera hasta el cansancio, siempre había algo mal. Si no le faltaba una T, le faltaba la TE. Pero eso podía pasarlo, lo que más le molestaba era cuando iba más allá y escribía un nombre completamente diferente, como esa vez que escribió Christelle...

Pero esta vez había sido el colmo, este chico se había atrevido a escribir solamente 'C', sin hacer ningún intento de escribir un nombre, aunque fuera parecido.

Sus amigos, notando lo indignada que se volvió, trataron de calmarla, de convencerla de que no valía la pena ir y hacer una escena por algo tan tonto como un nombre, pero ellos no entendían. Su nombre era importante para ella. De más joven había luchado contra sentimientos de inseguridad, contra la baja autoestima, sabía lo que era sentirse ignorada y lo mucho que dolía, y cuando alguien hacia algo como eso, cuando alguien deliberadamente (porque no había manera de que este tipo no lo hiciera a propósito) elegía olvidar su nombre o pronunciarlo mal, ella no podía dejarlo pasar así como así. Era una ofensa grave y no iba a quedar impune.

Se levantó de su asiento bajo las preocupadas e inseguras miradas de sus amigos y caminó directamente hacia el mostrador llevando consigo la taza de café intacta.

Su paso era firme y determinado, sus ojos estaban endurecidos y sus dientes apretados, poco le faltaba para empezar a echar humo por las orejas de lo fastidiada que se sentía. Sus amigos ya estaban haciendo muecas de dolor y empatía por el pobre barista, pero bueno, él se lo había buscado.

Sin embargo, unos pasos antes de llegar a su destino, la joven vaciló. Ella no podía rebajarse a hacer un escándalo, no iba a empezar a gritar ni insultar al chico, iba a quejarse como la persona civilizada que era. Se compuso y tomó una profunda y relajante respiración, cerrando los ojos brevemente antes de caminar con total tranquilidad el resto del camino.

—Disculpa —llamó con voz educada.

Trató de sofocar la chispa que estalló en su vientre cuando el joven se giró hacia ella al oír su voz, dedicándole esa amistosa, dulce y encantadora sonrisa que hizo a sus entrañas volverse de gelatina y a sus rodillas debilitarse. Ella estaba enojada con él por olvidar así su nombre cada vez que venía, no podía dejarse llevar por sus cálidos ojos ni su brillante sonrisa.

Tragó saliva aunque sintió su garganta completamente seca, y forzó su mente a concentrarse en la razón por la que se había acercado a él y no en lo apuesto que era el chico de cerca.

—¿Cómo puedo ayudarte? —preguntó el rubio con esa maldita sonrisa todavía curvando sus lindos labios que ella definitivamente no estaba mirando.

Mis Chenry One-ShotsDove le storie prendono vita. Scoprilo ora