—Te invito a mi jodida fiesta y te dedicas a dar por culo... —murmura Borja—. Déjanos ver si llevas el móvil encima.

Busco intervenir, pero ahora ya no es solo Borja el que está encima de él. También le agarran por los brazos Adrián y Bosco que tiran de la chaqueta de mi amigo haciendo que trastabille y caiga al suelo. Cayetano también se ríe, al margen de la situación y yo busco la manera de meterme en medio cuando el aire cambia y yo los veo a todos llegar.

Casi los siento antes de verlos.

Es Salva. O, al menos, él es quien aparece primero. Está a punto de llegar a la cola que sigue habiendo delante de la discoteca. Él es el más bajo de todos, pero por alguna razón sigue destacando, quizás es por el modo en el que camina como si supiera que es el jodido protagonista de esta historia. Y llega en el momento indicado, además. Me cago en mi puta vida.

¿Por qué estoy viéndole moverse a cámara lenta?

Juro que se mueve así. Y de fondo... de fondo está sonando esa canción de Seguridad Social.

Quiero tener tu presencia... Quiero que estés a mi lado...

Le acompañan Jonathan e Isaac, bastante más altos que él y también Raisa, alejada un poco del resto, con las manos en los bolsillos de un abrigo largo y rojo que brilla al contrastar con su piel dorada y su cabello negro de ala de cuervo. El grupo en sí tiene un aspecto de lo más imponente pero no se mueven a cámara lenta. Solo Salva tiene ese poder.

Bosco ha cogido a Pelayo del brazo impidiendo que se ponga de pie mientras su hermano sigue intentando quitarle la chaqueta. Y Salva y sus amigos contemplan la escena de lleno con los ceños fruncidos y una cara de mala hostia en general que tiraría atrás a cualquiera.

—¿Qué cojones está pasando? —pregunta Salva, alzando la voz, mientras me busca con la mirada.

—¿Y a ti qué te importa? —pregunta Cayetano—. Tú quién eres, ¿de todas formas?

—Pues un amigo de Pelayo —responde él —. Si le dejas en paz seguro que te presenta y nos hacemos todos colegas.

—¿Sabes que me acaba de robar mi teléfono? —pregunta Clara.

—¿Estás segura? —pregunta Raisa, con un gesto amable en el rostro, para variar—. Soy Raisa, por cierto. Encantada.

—¿Por qué no dejáis que Pelayo se ponga de pie y ya? —pregunta Jonathan —. Ya está bien de dar por culo.

Todos ellos intentan intervenir, pero al ver que Borja y Bosco no responden y no sueltan a Pelayo, Salva se mete de cabeza en materia y busca levantar a mi amigo con sus propias manos, que es lo que debería hacer yo en vez de quedarme parado como un imbécil. Salva va a ayudar a Pelayo pero entonces Adrián se mete por medio, impidiéndole el paso y creo que ese sería el momento justo en el que todo se acelera porque en cuanto Adrián toca a Salva, los amigos de Salva se abalanzan sobre él y nos vemos sumidos en un cúmulo de gritos y empujones entre los cuales yo aprovecho para ayudar a Pelayo, aún empapado por el cubata que le han tirado encima con todo el descaro del mundo y con las gafas aplastadas en el suelo, a levantarse.

Y es entonces cuando lo veo: un Iphone 13 de color rosa pastel asomando del bolsillo de la chaqueta de Cayetano. Tremendo cerdo. Y encima él ni siquiera se ha metido en la pelea. Ya me jodería. En silencio cojo el teléfono y lo dejo en el suelo.

—¡Está aquí! —exclamo, señalándolo. Clara se abalanza sobre su teléfono móvil y poco a poco la pelea improvisada se disipa por completo.

—¿De dónde ha salido? —pregunta la chica.

Perdona si te llamo Cayetano | A LA VENTA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora