—Repito. Estoy ante el hombre que dijo que "a los pacientes no le importan mis problemas". Además, no es la primera vez que me pasa.

Ya me estaba hartando de la conversación, por lo que intenté levantarme para irme a otro lado. Pero volvió a impedírmelo. Solo que en vez de tomarme del brazo se puso delante para que no me levantara de la cama.

—Déjeme, debo volver al trabajo.

—Estás jodidamente equivocada. Estarás internada hoy.

¿Qué demonios?

—No, eso sí que no. Ya me colocaron glucosa. Como un poco y estaré lista para el turno. No quiero deferencias por mi condición.

—Me importa una mierda lo que pienses. Te monitorearé toda la noche. Aparte te diste un golpe en la cabeza cuando caíste, puedes tener una contusión.

¿Es por eso que me dolía tanto mi cráneo?

Alcé la mano y toqué un apósito en mi sien derecha. Me había dado un golpe espantoso por mi desmayo, ni siquiera me acordaba de momentos antes de ello. Solo sé que estaba hablando y de repente nada.

—Te evaluaré y mañana si estás bien te daré el alta. Regresaría el lunes.

—Pero mañana es viernes.

—Si, yo también se me los días de la semana.

Dios, que hombrecito para insoportable.

—Yo mañana estaré bien. No necesito que se me trate diferente por tener diabetes. Nunca ha sido impedimento en mi carrera, no comenzará a serlo ahora.

—No te estoy mandando a casa por eso.

Bufé sin creerle nada. —Sí claro. Tengo dos semanas que está es mi casa. No salgo de aquí más que unas horas. Ahora me está dando tres días libres. Lo siento si soy escéptica.

Ambos nos miramos. Sus ojos marrones se encontraron con los míos y era como una batalla campal. Ambos teníamos un muy fuerte carácter. Él era más tranquilo, pero letal. Yo era mas explosiva y decía lo primero que de me pasaba por mi mente.

—No me interesa. Te pondré una nota negativa en tu evaluación si apareces aquí antes de que expire tu reposo.

Estaba jugando sucio. —No se atrevería.

—Rétame. Pondré una observación que diga que no acatas órdenes de sus superiores.

Este desgraciado hijo de su gran...

—Creó que entendiste.

No pude responderle porque Eli pasó al cubículo y vio la guerra de miradas que teníamos. La tensión se podía cortar con una tijera y yo me sentía ahogada. Este hombre era demasiado intenso para mí gusto. No lo soporto.

—Vendré en unas horas a revisar tus niveles de glucosa y tu cabeza.

Salí de aquí y yo miré a mi mejor amigo. Este estaba sorprendido y parecía casi que en shock.

—¿Soy yo o eso estuvo caliente?

Le lancé la almohada.

—Pero, ¿qué te pasa, mujer? Vengo en son de paz y me maltratas

—Aquí no somos defensores de Stone.

—Amiga, pero es que lo viste. Ese hombre exuda feromonas. Me puse caliente de verlo nada más. Y tú no te quedas atrás. Esas vibras están altas.

Lo miré son comprender. A veces no entendía estas conversaciones tan complejas que tenía con Eli. —¿Qué vibras?

—¿Cómo ni te vas a dar cuenta? Hay una tensión sexual entre ustedes dos bastante potente.

Malas EnseñanzasWhere stories live. Discover now