13. DARÍO

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🎵 When- Dodie 🎵

Cuando entro en el coche de Daniel acompañado por Pelayo, me siento tan cansado que me cuesta mantener los ojos abiertos. No solo son mis ojos. Es también mi mente y mi cuerpo entero que me piden con urgencia que me vaya a dormir. No recuerdo la última vez que lloré y menos aún delante de alguien y de una manera tan... ¿violenta?

Trato de recordar que no hay razones para avergonzarme, que es normal llorar en algún momento, pero, claro que me avergüenzo. Papá me habría llamado "nenaza" de haberme visto así. "Nenaza", "débil", "marica", "cobarde", "mal hijo", "¡mira lo que me has hecho hacer!", "ya sabes que contra más lloras, más me enfado". ¿Podré quitarme en algún momento su maldita voz de la cabeza? Había conseguido mantenerla a ralla a base de no pensar en él, pero ahora la siento con más fuerza que nunca.

Pelayo, a mi lado, mira por la ventanilla y yo me siento terriblemente culpable.

—Pelayo —le llamo—. Siento haberte mentido con Raisa, y siento haberte metido en un apuro que no te correspondía. La verdad, no sé por qué lo hice. Porque era más fácil, supongo. Y te juro que no pensaba que fuésemos a verlos de nuevo. Espero que te lo hayas pasado bien en la fiesta de todas formas.

—No importa —responde mi amigo —.  Raisa se ha cabreado mucho, claro, pero aún así me lo he pasado muy bien. Los amigos de Salva son majísimos, la verdad.

—Me alegro —digo, meditabundo—. Le escribiré a Raisa para pedirle perdón también.

—Estamos llegando a tu casa, Pelayo —informa Daniel, que al principio trataba de usted a mi amigo pero que después de tantos viajes ya le tutea.

—¡Gracias! ¡Y hoy puedo hasta hablar, ¿has visto?! —responde el chico, muy orgulloso de sí mismo por no estar doblado y aguantándose las ganas de vomitar.

Puedo ver sonreír al chófer.

—Oye —dice Pelayo entonces, bajando un poco la voz—. Sabes que me da igual si te lías con una chica o con un chico, ¿verdad?

Yo sonrío.

—Sí que lo sé, no te preocupes —respondo y el coche se detiene ante la casa de mi amigo—. El lunes de camino a clase te lo explico mejor, ¿vale?

—Vale —dice él, saliendo del vehículo.

—¡Nos vemos! —exclamo.

El resto del trayecto lo paso en silencio. Cuando llego a casa no hay nadie despierto a excepción del perro de mi hermanastra. Le saludo y dejo que me lama la cara mientras entro en mi habitación con cuidado y veo que la luz de la habitación de mi hermanastra está encendida también.

Me dirijo al cuarto de baño para lavarme la cara, me ducho disfrutando del agua caliente tras el frío que he pasado en las últimas horas. Me pongo el pijama y me meto en la cara directamente. Una vez estoy dentro, pongo el teléfono en el cargador y reviso mis mensajes.

He recibido una veintena del grupo de clase y de los Cazadores, que hoy han salido de fiesta. Del grupo de Halloween también hay un par, destacando el mensaje de Isaac que nos agradece que hayamos venido.

Esta gente es, en ocasiones, insoportablemente maja.

Pero el que me interesa de verdad es el que me ha mandado Salva:

SALVA: Quiero que sepas que si alguna vez necesitas hablar con alguien, estoy aquí.

Tardo unos instantes en responder y lo hago con una sola palabra ya que es lo único que puedo aportar.

DARÍO: Gracias

***

Despierto a mediodía con la garganta seca y el cuerpo entumecido. El de hoy ha sido un sueño reparador en el que no he tenido ninguna pesadilla, lo cual es de agradecer. Hago la cama nada más levantarme, me tapo con una bata y me miro a mí mismo en el espejo, inspeccionándome. Ya no queda ni rastro de marrón en mi cara. Mi cabello ha vuelto a su estado liso natural, sin marcas de aquellas partes en las que Salva me abrazó. Tampoco tengo marcas de haber estado llorando, ni los ojos demasiado hinchados ni nada por el estilo. Aún así, a pesar de haber dormido bien, se nota que estoy cansado y las ojeras sí que están presentes.

Perdona si te llamo Cayetano | A LA VENTA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora