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Tyler Rivera, el líder del equipo defensivo de los gigantes de New York, despierta con un mal presentimiento esa mañana. Es difícil explicarlo porque es una sensación extraña que lo invade, pero decide que no va a prestarle atención y se prepara para un día de arduo entrenamiento. Están dentro de los playoffs y eso solo significa que debe de ser mejor que antes. Han pasado un par de años sin estar ahí, desde que Lucas se fue.

Tyler se sienta en el borde de la cama y mueve el cuello y los brazos. Se viste con un pants gris y una sudadera negra. Después sale hacia la sala de estar y mira alrededor. Todo es muy silencioso. Se ha acostumbrado, de alguna forma y cuando no puede resistirlo, como en esos momentos, entonces enciende la televisión en un canal de noticias tan solo para que haya un sonido de fondo.
Cuando Dino estaba ahí nunca había silencio. El sonido de sus patas corriendo por el suelo era incluso reconfortante. Estuvo a punto de protestar cuando Lucas se lo llevó, pero era del mariscal, él mismo se lo había regalado y no tenía ningún derecho de quitárselo.

Se ocupa en prepararse un café y mira la televisión de forma automática cuando escucha el nombre de Lucas Navarro. El noticiero terminó y ahora está un programa sobre deportes y la historia del Super Bowl. Rivera no está seguro de por qué lo hace, pero toma el control y sube el volumen para escuchar mejor.

"Lucas Navarro es considerado uno de los mejores mariscales en la historia de la NFL siendo uno de los más jóvenes en llegar al Super Bowl, aunque también ha sido uno de los más jóvenes en retirarse."

"Lucas, junto al en ese entonces ofensivo Tyler Rivera, rompieron una serie de récords que hasta el momento nadie más ha podido hacer. Más yardas recorridas a tierra, mayor número de partidos ganados..."

"Mayor número de escándalos, no te olvides de eso"

Tyler apaga la televisión cuando los presentadores comparten una serie de risas. Por supuesto. Los escándalos. Los malditos escándalos. Es un milagro que él haya podido sobrevivir hasta este momento por su propia cuenta. Pensó que no lo lograría, que el peso de los medios y de la sociedad lo aplastaría como a una hormiga. Hubieron días en los que no quería levantarse, en los que ni siquiera quería abrir los ojos. Se quedó en cama por días, se negó a salir de su departamento por meses después de que, un día al salir de la práctica, los medios lo esperaban junto a su moto y cuando el 46 intentó huir, terminó chocando. Fue un accidente terrible, Bella quedó destruida por completo y él encerrado en un hospital por semanas donde los reporteros no cedieron aunque él estaba en un estado lamentable.
Era un milagro que pudiera regresar a la liga cuando todos pensaron que no podría hacerlo.

Y Tyler simplemente se cansó de esperar. De esperar a que Lucas volviera, arrepentido y temeroso como siempre. El mariscal lo había dejado solo, y después de todo lo que le dijo, después de todo lo qué pasó, el defensivo encontró una fuerza mágica para seguir adelante: el rencor.
Solo el enojo lo había mantenido de pie después de todo eso. No iba a perder lo que tenía, lo que se había ganado. Así que volvió al campo, se volvió el líder de la defensa y poco a poco los medios lo dejaron en paz. Se concentró solo en los partidos, en las prácticas y en el deporte y todo eso quedó atrás.

Excepto que no había quedado atrás porque siempre había alguien que lo sacaba a colación.

Tyler sube a su moto, a una GSX- R1000A que es muy diferente a Bella. No tiene nombre porque no hay nadie que sea tan loco como para bautizarla y Rivera no quiere tener más recuerdos en él. Sale a toda velocidad hacia la carretera rumbo al estadio de los gigantes. Le gusta vivir apartado de la ciudad, es un ambiente tranquilo y en la moto el trayecto es corto. Lucas no estaba tan contento cuando se mudaron, decía que estaban apartados de todo y que si alguien quería asesinarlos no tendría ningún obstáculo. Tyler se cansó de repetirle que, siendo dos musculosos jugadores, quien intentara entrar a su departamento estaría muerto y poco a poco el mariscal pareció aceptarlo.

Tiempo FueraWhere stories live. Discover now