CAPITULO 44

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AVA

Respiro profundo saliendo de la sala donde he expuesto mis sentimientos una vez más, pero como siempre lo único que recibo es más decepción, desprecio y desilusión que me reitera una y otra vez con sus palabras cargadas de vacío, insensibilidad y lujuria. que no soy nada para el.

Limpio las lágrimas llevando mi mano a mi abdomen donde crece una personita qué pensaría lo haría cambiar de opinión, es tan vacío, sin lleno de emociones que creería que un hijo le haría cambiar esa forma de pensar tan superficial pero no quiero arriesgarme a un desplante más.

Dracco me hace sufrir, llorar, desearlo, odiarlo y quererlo al mismo tiempo que me confunde todos los sentimientos que despierta como un torbellino la cual me lleva al borde de un abismo. me paso la vida pensando en alguien que no piensa en mi y eso me esta desmoronando por dentro.

—Eres el tipo de mujer que le gusta la tormenta—es Male que me toma por sorpresa en la recepción—mejor dicho, eres el tipo de mujer que la causa y lo peor es que se queda a disfrutar de su obra maestra.

—No sé de lo que hablas—miro atrás, pero Dracco no viene y me adentro al casino, Demian no se encuentra y me ha dejado a cargo de su imperio y no deseo defraudarlo.

—Ava.

Miro atrás y Male se ve muy pálido, agotado, de la nada se ve que se desmallara y me apresuro a tomarlo llevándolo contra la pared donde intenta reponerse.

Respira con dificultad y se lleva la mano al corazón tratando de llevar aire a sus pulmones, pero le cuesta desatando el pánico normal que se vive en una situación como esta, pero tuve un entrenamiento de primeros auxilios cuando estaba en mi comunidad.

Al estar casada, ama de casa, sin trabajar y sin hijos me quedaba mucho tiempo libre el cual aproveche aprendiendo algo de cocina y primero auxilios médicos.

—¿Que tienes? —me asusto, pero intento mantener la cala—¿cómo te ayudo?

—Mi bolsillo—busco en su chaleco lo que me pide y encuentro en su bolsillo derecho una jeringa la cual tomo sin saber que hacer ya que tiemblo al mirar su rostro completamente blanco.

—Llamare al doctor—digo preocupada

—No es necesario, solo necesito sentarme y aplicarme el medicamento.

Dios, esta frio como un muerto.

—Ayúdame por favor—no puedo aplicarle esto aquí—Simón—llamo a uno de los meseros que pasa cerca—ayúdame a llevarlo a su habitación.

Nos abraza a ambos y tomamos el ascensor que nos lleva a su habitación donde lo acuesto y observo lo mal que se ha puesto.

—Gracias Somon, yo me encargo del señor.

—De acuerdo señora, llámeme si necesita algo.

Sale el chico dejándome con Male que continua mal alterándome los nervios.

—Aplícame la inyección.

Pide con un tono de voz muy débil, enfermizo, endeble y busco el botiquín en el baño, vuelvo con el recipiente que dejo en la cama para quitarle la chaqueta, subo la manga de su camisa, uso antiséptico para limpiar su piel y le aplico la inyección que demora en actuar, pero pasados los minutos va tomando color.

Llamo a Rosmery para que se encargue por unos minutos en los cuales espero sentada al borde de la cama que Male se reponga o llamare al médico del hotel.

Espero por unos minutos, miro mi reloj y han pasado media hora mientras el color vuelve a su rostro y llevo mi mano a su frente percibiendo el calor corporal que le faltaba minutos atrás.

PLACERES CULPOSOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora