Capítulo 37

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HELL

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CRUELLA

Les encanta la idea de una mujer con carácter fuerte, decidida, competente, pero huyen cuando no la pueden controlar, yo soy mi propio libro, me escribo, subrayo y borro aquello que no me sirve, agrego y arranco hojas que me duelen y siempre dejo una página en blanco para lo que está por venir.

No soy el tipo de persona que proyecta una personalidad para agradarle a la gente, esto es lo que hay, lo que soy y seré, quien se quiera quedar bien, quien no, a la mierda que no ruego amistad, amor o sexo.

Espero en un restaurante de baja categoría a Paulina Smit, esposa de Lennin el abogado que solicito verme con urgencia e intuyo eso que desea decirme.

Esta un poco alejada de las zonas que estoy acostumbrada a frecuentar, pero supongo que no querrá que nadie nos vea ya que tengo a la prensa detrás de mi culo después del secuestro.

La veo ingresar mientras bebo un vaso de agua y los guardaespaldas están sentados en varias mesas, mis hermanos no escatiman en nuestro cuidado, pero pese a ello no me siento segura con el recuerdo que quema mis entrañas.

—Cruella—deja su bolsa a un lado en la mesa mientras toma asiento—que bueno que llegaste.

—Ve al grano Paulina, sabes que no me gustan los rodeos.

—Estoy embarazada—¿ y se supone que eso debe importarme? —se Cruella que eres una mujer descarada y que suele no importarle nada en este mundo, pero te pido que dejes a mi esposo en paz.

No puedo evitar curvar una sonrisa, las mujeres solemos ser tan estúpidas.

—Me imagino que para cada amante le tienes un discurso preparado, porque créeme que no soy la única—levanta su mentón—no es a mi a quien tienes que pedirle que me aleje, eres tu quien tiene que alejarse de una escoria como esa y darle un mejor padre o mejor criar a tu hijo sola.

—No quiero tus malditos consejos.

—Pues no quiero dejar a tu marido porque simplemente lo necesito, en el momento que deje de servirme lo dejare a un lado.

—Eres tan cínica.

—Y tu tan estúpida—le respondo—tu marido no te quiere, esta casado contigo porque eres la hija del juez de la suprema corte, por nada más, y estoy segura que después de mucho tiempo vino a tocarte y aprovechaste como la tonta que eres a embarazarte ¿o me equivoco?

—No hables de lo que no sabes—chista enojada—no sabes nada de la relación de Lennin y yo.

Me rio de ella, ¿como las mujeres pueden ser tan ciegas?

—Piensa lo que quieras Paulina, ya te he dejado los puntos claros, necesito a tu esposo, cuando ya no me sirva dejare de ser una mas.

—No dañes una familia.

Cual familia, esta mujer no tiene signos de inteligencia por mas que tenga dos dedos de frente.

—Valórate—me levanto de la silla, estos dramas me fastidian el día—entiende que yo no soy el problema, es tu marido, porque nunca va a cambiar Paulina, mujeriego es y mujeriego siempre será.

—Lo es por mujeres como tu.

—No—contradigo—por mujeres como tu es que dejas por el suelo a las mujeres como yo—contesto mirándola a los ojos—eres una vergüenza como mujer venir a pedirme que deje en paz a tu marido cuando deberías ponerlo de patitas en la calle y darte de tu lugar, tu eres precisamente el tipo de mujer que nunca quiero llegar a ser—suspiro—no te conozco Paulina pero creo que mereces algo mejor que ese hombre.

PLACERES CULPOSOSWhere stories live. Discover now