CAPÍTULO 42

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CAIDA

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ARYA

Paso el protocolo de seguridad de la penitenciaria donde me guían a una habitación y debo despojándome de la ropa con una mujer policía la cual revisa que no lleve nada de lo permitido. La requisa se torna agobiante porque pese a verme en ropa interior aun así toca mi piel como si ahí escondiera algo mientras tengo mis manos extendidas a los lados.

Que incomodidad que te toquen, así como así mientras lo único que deseas es ver a tu ser querido, nunca pensé en mi vida verme envuelta en algo como esto. pero es algo espero pronto termine. Termino de vestirme y la policía viene por mi llevándome por un pasillo con varios salones con puertas de metal verdes.

Caminamos muy poco porque enseguida abre una puerta permitiéndome el paso y encontrando a mi padre sentando que al verme las lagrimas aparecen junto con una enorme sonrisa que me lleva a rodear la mesa y abrazarlo.

—Señorita no se permiten acercamiento físico—no me separo de el—señorita.

—Es mi padre—le digo—solamente déjame saludar a mi papa.

Cierra la puerta y lo abrazo fuertemente por unos segundos que se hacen tan cortos, como tan insuficientes para todos los abrazos que nos debemos debido a su encierro injustificado.

—Te extraño tanto papi.

—Y yo a ti mi amor—me da un beso en la mejilla y atesoro este momento para la eternidad—no sabes cuanto te amo mi niña.

Se sienta y no le suelto las manos que están con unas cadenas y mas me duele el alma verlo asi, es que no se lo merece y por cosas como estas siento resentimiento por cada McDonald’s.

Aunque es confuso porque Demian me atrae y mucho, demasiado y Cruella, pues con ella a crecido una confianza y afinidad pese a que somos como el agua y el aceite.

—Cuéntame de ti mi amor, que estas haciendo.

No le oculto nada, le hablo del incidente que tuve con Ignacio y su estado actual y aprieta mi mano preguntándome si estoy bien, a lo que asiento pasando al siguiente tema que es hablarle de mi nuevo trabajo, cosa que me daba susto confesarle porque podría enojarse, sin embargo, me regala una sonrisa.

—Los designios de Dios hija mía son misteriosos y no debemos pelear contra ellos, solo debemos seguir avanzando con la firme convicción de que todo es para bien.

—Que tu te encuentres privado de tu libertad no tiene nada de bueno padre.

—Por alguna razón hija estoy en este lugar—besa mis manos—solo debemos descubrir el porqué.

—Quisiera tener tu fe y tu tranquilidad papa.

—El tiempo, la madurez te dan mucha sabiduría hija, siempre camina antes de comenzar a correr y veras que cuando caminas seguro, no veras la necesidad de correr.

Mi padre siempre ha sido un hombre sabio, tranquilo, pacifico y siempre por encima de todo lo he visto amar incondicionalmente a mama.

Pero al verlo a los ojos, noto una tristeza que me contagia.

—Hija tengo que pedirte perdón—percibo su angustia—se por todo lo que sufriste y—se le apaga la voz mientras que a mi se me forma un nudo en la garganta—siempre supe lo de Cristóbal.

Me suelto de sus manos aterrada, avergonzada y con el rostro sintiendo como si me prendieran fuego.

—Si me preguntas porque estoy aquí, debe ser por el mal padre que fui contigo—me levanto de la silla dándole la espalda con lagrimas en los ojos—supe siempre que estabas enamorada de Cristóbal.

PLACERES CULPOSOSWo Geschichten leben. Entdecke jetzt