PLACERES CULPOSOS

PARTE 5

SIN SALIDA

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AVA

Muchas veces cuando asistimos a la iglesia, el pastor decía que, la verdad de las personas no está en sus palabras, si no en sus actos, en ocasiones no llegamos a dimensionar las palabras o frases que otros predican porque te falta estar en el paredón para conocer el rostro verdadero de quienes dicen amarte.

Observo aterrada desde el piso posando mi mano en mi rostro del lado afectado, lloro sin explicación porque desconozco a la mujer que dice ser mi hermana, mucho menos el ser que me mira con un asco que me rompe el corazón, no escucha, solo juzga sacando conclusiones tan deshonrosas como si no me conocería, como si no fuera su hermana.

—Arya escúchame—intenta golpearme otra vez pero con mi mano le índico que no lo haga nuevamente, me cubro presa del miedo —dame una oportunidad de hablar, de explicarte por favor, no me juzgues sin antes escucharme.

—¿Explicarme Ava? Solo me dejo guiar de tus actos, de las cosas que veo y me confirman lo inmoral que eres—grita mientras siento que mi corazón se rompe en pedazos con las lágrimas bañar mi rostro ardiente —eres una hipócrita, una pagana, inmoral que tiene relaciones pecaminosas con el socio de su esposo muerto, eso me vas a explicar, que te revuelcas como una prostituta con ese hombre.

Desdeña con tanta severidad que ya siento las llamas del infierno calcinarme, es injusto su trato, como también su mirada despectiva, tan ajena a esto que me esta matando.

—Las cosas no son así—me levanto intentando acercarme, pero se aleja huyendo de mi toque —yo y ese señor no tenemos nada te lo juro Arya...

—Pagana— otra cachetada en el mismo lado que intensifica el dolor, el ardor de tener a mi hermana como mi jueza, declarándome culpable sin ni siquiera darme la oportunidad de hablar, de defenderme—como te atreves de enlodar en nombre de nuestro creador en tus mentiras.

—Es verdad—tiemblo estirando mi mano, pero solo recibo rechazo—escúchame y déjame hablar hermana, me estoy rompiendo por dentro te lo juro.

—Eres una mentirosa —intenta golpearme nuevamente, pero cubro mi rostro con mis manos, no quiero más golpes pero sollozo audible abrumada de tanta injusticia —te vi besándote con ese riquillo y te atreves a mentirme—la saliva se me atora en la garganta— acabo de verte Ava como disfrutabas de un beso donde claramente tu accedías como la desvergonzada que eres ¿crees que soy tonta?

—Me obliga —suelto las palabras con el pecho cargado de dolor, desilusión porque no hay nadie quien me entienda y ayude.

—No lo parecías cuando respondías Ava — no dejo de llorar y algo se rompe cuando ella también llora destrozándome el alma—fui a rezar, a pedirle a nuestro Señor que me iluminara queriendo entenderte, me sentía culpable por cómo te trate ayer y vine hablar contigo porque deseaba saber por qué de tu comportamiento —Se limpia las lágrimas —quería pedirte perdón por golpearte, llegó aquí y me encuentro con que no estás.

—Arya —la voz se me estanca, cuando un intento de acercamiento queda a medias nuevamente por su rechazo mordaz.

—No me toques Ava, no me toques porque te desconozco, estaba desesperada por saber de ti, me preocupé al no encontrarte, estaba a punto de llamar a la policía porque no sabía dónde estabas, nuestros padres me informaron que saliste corriendo de la cafetería, por tu culpa mentí para darte tiempo a llegar, sabiendo que estás como una vagabunda cometiendo actos impuros con ese señor.

No esta tan lejos de realidad, pero no de la forma en que ella lo plantea, se gira caminando hacia la mesa y vuelve con unos papeles que me tira a la cara.