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Betty estaba sentada a las 6:30 de la mañana, mirando a Jughead correr con un balón en sus manos, cuando alguien se sentó a su lado.

-Vete, por favor.

-No, tenemos que hablar. Somos amigos, Betts. Yo te quiero muchísimo. Y lo siento, me comporté como un idiota en el hospital, debí estar para tí en vez de intentar alejarlo a él, solo quiero que me perdones.

-Riff, siempre que yo esté en tu vida, te guste o no, Jughead también estará. Es mi novio. Lo amo, y también te amo a tí, y no quiero perderte, pero no quiero causar más problemas.

-¿Me quieres lejos?

-Te quiero cerca. Te quiero siempre conmigo. Solo si prometes no pelear más.

-Lo prometo.

-Y...puedes intentar al menos conocerlo. Se parecen más de lo que te imaginas.

Él asintió y besó mi frente.

-No se que hice para merecerte, rubia.

Ella sonrió y lo abrazó.

-Adivina qué.

-Dime.

-Jughead y yo vamos a...ya sabes.

-¿Ya sé? -rió- dios, eres adorable. Se dice que van a follar.

-No, porque eso suena brusco -dijo tallándose un ojo- upa.

Él la tomó y la sentó en sus piernas.

-Creo que soy lo suficientemente madura para hacerlo.

-Es ironico que digas eso luego de "upa" pero sí, lo eres. Y siempre puedes decirle que no si te arrepientes. No olvides eso ¿sí? por favor promete que no olvidarás eso.

-Lo prometo. ¿Por qué te importa tanto?

- Yo no sabía eso a tu edad. Y... me llevo a situaciones feas.

-Cuéntame.

- Había un chico, su nombre era Anton, estaba de intercambio en Riverdale High, salimos un par de veces, y me sentí muy mal cuando el quería hacerlo, porque yo no quería, no estaba listo, recién aceptaba que soy gay, me asustaba mucho. Cuando empezamos se sentía bien pero en el medio solo quería que se detenga. Y no sabía que podía decirle que pare. Pero tu si sabes ¿bien? no quiero que hagas nada que no quieras ¿me oiste?

-Juggie jamás-

-¿Me oiste, enana?

-Si.

-Si, muy bien, dame un abrazo.

Ella lo abrazó y él sonrió.

-¿Te puedo pedir un favor? -preguntó él-

- Claro.

Luego de varias horas, Betty y Jughead entraban a su casa y se dirigían al cuarto del mayor.

-¿Listo? -dijo ella-

- Claro que sí.

Él la besó lujuriosamente mientras la acostaba en su cama y Betty le quitó la camiseta gris, para pasar sus manos por su espalda y respirar profundamente, esperando no volverse loca. Jughead bajó sus besos al cuello de la rubia y le saco delicadamente la remera blanca y rosa, para mirarla de arriba a abajo y sonreir levemente.

- Te amo ¿sabes, mi amor?

- Yo a tí, Juggie.

Little BettsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora