46

622 87 5
                                    

Al terminar las clases del día, Betty se dirigió a la puerta y alguien la detuvo tomando su hombro.

-Jughead, déjame, me voy a casa.

-Lo sé, necesito hablar antes.

Ella suspiró.

-Tienes cinco minutos, hazlos valer.

Jughead respiró hondo y se sentó con ella en un banco en la acera.

-No me gusta que estés enojada.

-Entonces no me hagas sentir mal.

-Lo siento ¿sí? lo que dije fue horrible, sí confío en tí. Lamento también haberte hecho sentir que no eres oarte de la familia, porque claramente eres una parte fundamental. Te amo.

-Te están faltando algunas cosas.

-No debí invalidar tus sentimientos ni tratarte mal a tí cuando con quien estaba enojado era con mamá. Tú no me hiciste nada. Y eso fue idiota.

-Y...

-No me disculparé por cuidarte en el pasillo.

-Si yo no quiero que estés conmigo y lo haces sin que yo sepa, no es tierno. Es acoso. Y yo ya no soporto esas cosas. Si quiero espacio, me das espacio.

-Lo siento, no lo habia pensado así. En serio odio que estés distante. Extraño tus besos de buenas noches, y despertar contigo, y que me abraces a cada rato, y me distraigas cuando hago tarea. O que vengas a las prácticas. Te extraño. Perdóname ¿sí?

Ella lo abrazó y besó su mejilla.

-Te amo, pero no lo hagas de nuevo. No lo soportaré ni lo perdonaré.

-Lo prometo.

La rubia besó sus labios y él la abrazó con más fuerza.

-¿Te quedas a la práctica?

-Bien.

Los dos comenzaron a caminar al campo de fútbol y Jughead tomó su mano.

-¿Cómo te fue?

-Bien. Hice una amiga y en inglés la profesora me puso una xarita feliz al lado de mi nota.

Jughead sonrió y besó su frente.

-Oye, Juggie, hoy no almorzaste.

-Lo sé, intenté, lo juro. Pero solo oler la comida...me dan ganas de vomitar.

-Está bien. Tengo galletas en mi mochila, si comienzas a sentirte mal, me dices, no quiero que te desmayes.

-Gracias, amorcito.

Little BettsWhere stories live. Discover now