Capítulo Dieciséis

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Lijaba con cuidado las últimas piezas para finalizar y mientras tanto Ofira estaba terminando el bordado de la falda del vestido

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Lijaba con cuidado las últimas piezas para finalizar y mientras tanto Ofira estaba terminando el bordado de la falda del vestido. Me asustaba y asombraba a partes iguales la velocidad que tenía para confeccionar.

Observándola vislumbré algo de color blanco revolotear alrededor de una de las patas del banco sobre el que estaba sentada mi costurera. Dejé la pieza de madera rectangular sobre la mesa y me atreví a acercarme para comprobar de qué se trataba aquella cosa que captó mi atención. Ella levantó la mirada, tratando de interpretar mis intenciones. Se extrañó cuando me vio agacharme a su lado para coger aquel objeto que ahora sabía que era una nota: la nota del día pasado. Debió haberse volado cuando la dejé sobre los trozos de madera antes de adentrarme a la casa para cocinar con su familia. La volví a leer y volví a sonreír ante aquella rima.

—¿Qué es? —preguntó curiosa Ofira.

Le di la vuelta para que ella pudiera leer su contenido y comenzó a reírse de forma nerviosa mientras dejaba que sus dedos juguetearan entre los mechones rizados de su cabello.

—Me parecen adorables —dije refiriéndome a la nota.

Ahora a su risa le acompañaba un color de mejillas encendido.

—Empecé a hacérselas a mi hermano para que aprendiera a leer. Las iba dejando por la casa, dejándole instrucciones para que se divirtiera aprendiendo. Y sin darme cuenta, continué aplicándolo a todas las notas que escribo, aunque no tengan nada que ver con Dymas.

—¿Te gusta la poesía? —pregunté creyendo saber la respuesta por la vez en la que estuve curioseando en su habitación.

Asintió con la cabeza para después añadir:

—Para mí es el culmen del arte. Hace sentir con las palabras justas y necesarias, acompañadas además de esa musicalidad que tanto me deleita. Desearía algún día poder escribir un poema tan bueno como el que hacen mis escritores favoritos —Pareció con esa última frase estar hablándose a sí misma.

—¿Escribes? —Me ilusioné al pensar que compartíamos la misma pasión.

—Menos de lo que me gustaría. Me es complicado teniéndome que encargar de Dymas, de mi madre y del negocio, de mí depende toda mi familia.

En sus palabras observé a una chica que, aunque estuviese a dejarse la piel por los suyos, estaba agotada. Me sorprendía la vitalidad que mantenía aun cargando con tanta responsabilidad. No sabía cuántos años tenía, pero sin dejarme guiar por su altura, podía intuir que no era mucho más mayor de lo que yo era, ocasionando así que inevitablemente me comparara con ella y admirara aún más su resiliencia.

—¿Y tú? ¿Escribes? —me preguntó ella esta vez.

Mis ojos se encendieron de ilusión y en su cara apareció una de sus sonrisas sinceras, dándome a entender que era una cuestión genuina.

Las letras de DevaWhere stories live. Discover now