Capítulo Seis

432 83 27
                                    

—Ya se encuentra mejor, gracias por preocuparte

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Ya se encuentra mejor, gracias por preocuparte.

La sonrisa que mostró hizo que mi corazón diera un vuelco. Se mostraba afligida, ocultando toda la lucha interna que estaría llevando sola. Le devolví el gesto intentando que no se diera cuenta de que sentía un intenso nudo en la garganta.

Me dejó sola en su habitación y me enfrenté de nuevo a los dibujos, que me miraban de forma inquisitiva, y sabía que era así puesto que, los que estaban dibujados, eran mis ojos. Fue como si me enfrentara de nuevo a todas las críticas con las que me había estado martirizando aquellos últimos días. Decidí dejar de mirar mi rostro dibujado porque me estaba helando la sangre y comencé a fijarme en los vestidos, intentando calmar la voz de mi cabeza.

El primer esbozo poseía todas las características que sabía que le encantaría a Silas: un corte clásico cuya cola se extendía por el suelo y me haría lucir como una princesa. El del centro era algo más simple, pero tenía un escote precioso que sabía que jamás podría llevar frente a la familia de mi prometido. Finalmente, el que se encontraba a la derecha fue el que robó mi atención hasta el momento en el que volviera Ofira. Era un vestido con bordados muy detallados, bastante más ceñido a la figura de lo que estaba acostumbrada ver en otras novias. Tenía un escote en forma de corazón, que hacía que las mangas comenzaran por debajo de los hombros. De repente, la niña que había estado intentando eclipsar con mi supuesta madurez salió y sentí un burbujeo en mi estomago de la ilusión. Por muchas veces que me hubiese imaginado de pequeña vestida de novia, verlo dibujado, de una forma tan real y con tantos detalles, hizo que aquella parte que había estado ocultando saliera para pedirme que siguiera con la boda, pero apagué pronto esa chispa de emoción al recordar el por qué estaba allí.

Cuando Ofira se sentó de nuevo en la silla parecía cansada. No sabía cuánto tiempo había estado fuera, pero pareció toda una eternidad para mi lucha mental.

Me miró y preguntó:

—¿Te gusta alguno de ellos?

Me quedé en silencio porque sabía que si le confesaba mi complacencia acerca del último vestido crearía expectativas en ella de seguir con el proyecto, cuando sus brillantes ojos me volvían a recordar una y otra vez que, por mucho que lo intentara, su rostro se iba a colar en mis pensamientos cuando menos lo esperara.

—Necesito decirte una cosa.

—¿No te han gustado?

—No, no es eso —La rapidez de mis palabras mostraba el nerviosismo que estaba sintiendo—. No puedo seguir con esto, quiero acabar con el proyecto.

Su rostro se volvió impasible y aquello ocasionó más angustia en mí que si la hubiese visto enfadada o decepcionada, aunque quizás sí que lo estaba y no quería hacerlo evidente. Volvió mi movimiento de pierna incesable.

No decía palabra, y el dolor de estomago se sentía como mil puñales atravesándome.

—Está bien —sentenció con la voz quebrantada—. Pero me gustaría saber el por qué.

Las letras de DevaWhere stories live. Discover now