Mi diosa

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Eris había enrojecido, no sabía qué decir o qué hacer.

-Es broma ¿verdad?

Bruce volvió a fijar sus ojos en el camino, había disfrutado lo suficiente de la reacción de Eris.

-¿Por qué lo sería? - le preguntó sin muestras de estar bromeando.

-Bien, entonces perfecto- No sabía a dónde quería llegar pero no le pondría el camino fácil. Tenía ganas de molestar a su muy orgulloso ex profesor.

Al llegar al centro comercial aún con el uniforme puesto más de un chico se volteó a mirarla. Bruce no la perdía de vista. Era la primera vez que ella iba al centro comercial en mucho tiempo, estaba feliz.

En una ocasión Eris se detuvo para arreglar sus medias, un joven que pasaba cerca sonrió con la vista que tenía al frente, sacó el celular lentamente para hacer una discreta fotografía bajo la falda sin que esta se entere. Un fuerte brazo apareció como por arte de magia y apretó la muñeca tal fuerza que el chico dejó caer el dispositivo a causa del dolor.

-Será mejor que busques otra porque ella es mía.- le comentó en voz baja pero amenazante.

-Tranquilo, amigo.- fue la nerviosa respuesta del joven que se inclinó a recoger el teléfono y marcharse rápidamente. Bruce se paró ante ante ella, bajó de forma varonil hasta la altura adecuada para poder terminar de acomodarle las medias y así evitar algún otro tipo de incidente.

-Estamos en público.- le dijo algo apenada mientras veía como algunas mujeres del alrededor sonreían.

El atractivo hombre frente a ella se levantó nuevamente, se acercó al hombro de la chica y le murmuró:

-Usted merece ser tratada como una diosa independientemente de que estemos en público o en privado.

El corazón de Eris empezó a latir con fuerza. Apretó los labios para no suspirar. La voz, el aroma, la situación habían alborotado sus hormonas haciéndole estremecer de pies a cabeza mientras que Bruce seguía intacto. Empezaron a caminar hasta llegar a una tienda que parecía muy cara.

-Si usted planea ser mi princesa debe dejar que yo le trate como tal.- le aconsejó al notar que ella titubeaba.

-Buenas tardes- saludó con cortesía la dama de la tienda.

-Buenas tardes- Bruce le sonrió como el conquistador profesional que era y comenzó a preguntar sobre algunas marcas que Eris no conocía. Era de esperarse, ella ignoraba muchas cosas respecto a la riqueza, no era de centrarse mucho en esos mundos de cosas caras o baratas.

Bruce por el contrario sabía muchas cosas, por lo que comentó Louis su auto y vestimenta eran costosas ¿se dedicaría a algo mas que enseñar en la universidad? Eris recordó que su familia era de alta clase y exitosa ¿por qué entonces prefería dedicarse a enseñar en vez de dedicarse a los negocios familiares? ¿Qué eran exactamente esos negocios familiares? Algunas dudas empezaron a rondar por su cabeza mientras observaba a Bruce conversar amablemente con la sonrojada chica de la tienda. Su confianza plena en Bruce era admirable, le había seguido por todos lados sin cuestionarse en quién era en realidad Bruce Wedel.

-Pase conmigo-le indicó la chica mientras que algunas mujeres no quitaban sus ojos de encima del apuesto profesor quien miraba distraído su teléfono.

Los ojos de Eris miraron por primera vez a Bruce con un tanto de celos. Las mujeres que se le acercaban eran hermosas, aparentemente exitosas y con un rango de edad apropiado como para no hacer que él vaya a prisión.

Bruce fijó sus bellos ojos negros en la tierna chica que era llevaba a los vestidores. La dama que le ayudaba le pasó algunas pijamas de seda muy delicadas en diferentes tonos de colores y diferentes formas. Eris las observó: Eran hermosas. Empezó a bajar lentamente el broche de su falda hasta caer al piso. Por debajo del vestidor Bruce fijó sus ojos en los pies descalzos y la falda en el suelo. Se giró para evitar imaginar cosas y como soporte extra se puso a rebuscar entre algunos vestidos que pensó que le sentarían bien al tono de piel delicado de su amada.

Señor Bruce [Version original]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora