KAPTER XLI

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-¿Hola? -la vista de Martinz estaba obstruida por una venda-. ¿Hay alguien allí?

El silencio era total mientras sus muñecas estaban juntas y atadas en su espalda; al parecer se encontraba arrodillado.

Pasos se acercaron lentamente, creando un crujido sobre el suelo que parecía estar compuesto de madera.

-¿Quién eres tú? -el científico intentaba liberarse- ¿Dónde están mis amigos?

Un leve olor a lodo se hizo presente.

-Tranquilo, hombre -era una voz temblorosa, más por avanzada edad que por temor, del cual no habían ni señas-. El fortachón no ha dicho ni una palabra, la que me está estresando es la chica. Puro pregunta por ti...

-¡Italia! -se alteró- ¡Déjala ir!

-Lo haré sólo cuando me digas quiénes son y qué carrizos hacen en mis tierras. No me gustan las malditas visitas.

-Sólo suéltanos y te prometo que nos iremos inmediatamente.

-No es tan fácil, Alonso.

-¿Cómo sabes mi nombre?

-Parece que tienes los oídos sucios, no joda. Ni yo que me la paso pa'rriba y pa'bajo por estas montañas. La chama esa ha repetido tu nombre como mil veces.

-¿Qué quieres?

-¿Otra vez? ¿Ya no lo dije? -se notó fastidio en su voz- Ya sé toda la verdad. Dime que hacen aquí y listo.

-Prométeme que nos dejarás ir, o al menos a la chica.

-Chacho, tú si eres confiado, si fuera por mi te dijera que sí y al final no lo hago y te jodes.

Alonso se quedó mudo, esta señora tenía razón.

-¿Qué más puedo perder? Me tienes acá atado. Además, siempre he creído que todos llevamos bondad, al menos un poco, dentro de cada uno.

Entre aquella penumbra que era propinada por la tela que éste tenía en sus ojos, pudo notar que la vetusta mujer hizo silencio por un instante.

-Como quieras. ¡Dime ya! ¿A qué vinieron? -el cañón de una escopeta presionó la frente del científico. Éste comenzó a sudar.

-Nos persigue la policía.

-¡Entonces quieren venir a esconderse aquí! -afincó el arma.

-Pero nosotros no hicimos nada. Todo es un mal entendido.

-¿Cómo que un mal entendido? -le quitó de un jalón la venda.

Se trataba de una habitación pequeña y humilde, propia del campo. Allí estaba la señora con su rostro marcado por múltiples arrugas.

Martinz parpadeó un poco intentando quitarse el fastidio de aquella prenda en sus ojos -No queremos hacerle daño...

Ella interrumpió -Pues yo sí.

-Una agencia estadounidense me persigue para apresarme y obligarme a usar el mayor proyecto de la humanidad para conquistar países sin saber que eso nos matará a todos.

La cara de incredulidad era notoria -Mijo, yo no nací ayer como para que usted me venga con esas vainas a estas alturas.

-Le estoy diciendo la verdad. ¿No era lo que quería?

Su mirada acusadora era asfixiante, en un intento de que el ilustre venezolano soltara algo más.

-Si hay algo que me ha molestado en todos mis noventa y tres años es la mentira.

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⏰ Terakhir diperbarui: Apr 12, 2022 ⏰

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