— Ian Deveraux — declaré con recelo.

Poseidón miró a Zeus con cierto desconcierto, luego dirigió la mirada a un punto fijo de la casa sin decir una sola palabra por minutos que parecían eternos para mí y Theo. ¿En qué se supone que está pensando?

— El hijo de Mammón y la princesa Alyssa, ¿es el mentecato del duquecito ese? — manifestó Poseidón con la mandíbula tensa—. ¡Claro! Esos ojos azules y cabello castaño los heredó de su madre.

Zeus rodó los ojos al oír las palabras llenas de odio de Poseidón. Mientras que Theo parecía disfrutar de que no era único que repudiaba a Ian. Por otro lado, era la primera vez que escuchaba el nombre de la princesa heredera que abandonó su título por el amor de uno de los príncipes de inframundo; hasta sabía algunas de sus características físicas y por lo visto no es tan peculiar entre los Scarlett.

— Declan Ian Deveraux — encendió aún más la llama, Theo —. Es el nombre completo del mestizo inmortal.

— Declan Ian Deveraux Scarlett — corrigió Zeus, provocando la repulsión de su hermano por príncipe demonio.

Miré el reloj con cierta impaciencia. Necesitaba ir a la fortaleza del jerarca de Asia cuanto antes, pero los Dioses seguían parados frente a mí y no tenían intenciones de irse pronto. Ellos se miraban entre sí, como si estuvieran manteniendo una conversación privada solo con mirarse.

— ¿Cuál era el don de la princesa Alyssa? — preguntó Theo, interrumpiendo la extraña comunicación de los dioses.

Incluso a mí me causó cierto desconcierto y sorpresa su pregunta.

— Controlaba las mareas como tú — contestó Zeus mirándome.

— De cabellos castaños, ojos azules y con el don del control de las mareas. Es curioso y coincidente — expresó Theo con una ceja enarcada.

Ninguno de los dioses respondió inmediatamente, generando desconcierto e incertidumbre entre los presentes que esperaban respuestas. El protector de la tierra me dio una extraña señal que quise evitar entender por mi tranquilidad.

Los ojos de Poseidón se tornaron verdes por completo de un momento a otro, me acerqué a él con preocupación pensando que algo malo le estaba pasando. El rey de los dioses del Olimpo me tomó del brazo para detenerme, al igual que Theo me tomó del otro.

— Sus hijos están comunicándose con él — aclaró Zeus. Asentí y me alejé para darles más privacidad, aunque ni siquiera podía oír nada de esa conversación divina.

— Noah fue poseído — espetó mi creador, a penas sus ojos volvieron a la normalidad.

El pánico me abarcó por completo. No podía ser posible, él había ido con Aitanay y Baker, ellos estaban con Noah, era imposible que ellos dejen que algo malo le pase. La única manera que haya pasado es que... No, no, no.

— Eso no es posible, no lo es — me negué a la idea. No podía aceptarlo.

— El aquelarre asiático dopó a Aitanay y Robinson Baker para que no interfirieran en el ritual de Soo Ah — me informó —. Los Gong subestimaron el alcance de Ian, y esa arrogancia los llevó a...

No lo dejé terminar, salí lo más rápido que pude del lugar en busca de mi camioneta para llegar a la fortaleza de ese aquelarre. No podía quedarme ni un segundo más ahí cuando mis hermanos están en peligro.

Theo vino atrás mío, gritando una y otra vez para que me detenga en vano.

— ¡Sophia, escucha! — me gritó. Le fruncí en el ceño desde mi posición en piloto de la camioneta.

AMAR ENTRE REINOS [02]Where stories live. Discover now