11

1.6K 162 81
                                    

Capítulo Once

Pasado.
Hunter:

No sabía a dónde iba, lo único que sabía era que estaba cansada pero mis pies aún se movían, mis párpados, los sentía pesados, pero aún así mis ojos no se cerraban.

Deje escapar un bostezo. De verdad estaba cansada, pero tenía que ir a algún lugar, no recuerdo muy bien a dónde.

Miré al chico en el carrito de compras que yo empujaba, sus ojos estaba cerrados. Él estaba acurrucado, abrazándose a sí mismo; su cara se veía tan calmada, su expresión era tan pacifica. Su pelo castaño se movía con la brisa de la madrugada.

Yo me detuve. Mis pies simplemente dejaron de moverse. Estaba parada en algún lugar que no conocía. Como era de esperarse.

Mi ceño se frunció levemente. Estaba perdida. Parpadeé un par de veces tratando de recordar que estaba haciendo antes de quedar en esta laguna.

Miré al extraño que dormía placenteramente en el carrito, me atreví a tocarle la rodilla, él se movió y murmuró algo en voz baja que no logre entender.

—Oye —susurré—. Hey, tú. ¿Como te llamas? —pregunté sin obtener respuesta. Fruncí el ceño y apreté los labios—. ¿Eres un vagabundo? —dije en voz baja. ¿Por que le susurraba, si él era quien estaba dormido en mi carrito? Una idea me llegó a la mente y empecé a agitar bruscamente el carrito de compras —¡DESPIERTA! —le grité. Él abrió los ojos, asustado, se llevó una mano al pecho mientras que respiraba pesadamente.

—¡Ya desperté! ¡Ya desperté! —dijo con ambas manos alzadas. —Ya estoy despierto. —Él entrecerró los ojos y ladeó la cabeza. Su mirada somnolienta estaba fija en mi. —¿Ya llegamos? —preguntó. Yo fruncí el ceño. ¿De que estaba hablando?

—¿A dónde? —pregunté desconcertada. Él me miró de la misma manera.

—¿No lo recuerdas? —preguntó, yo negué. Él soltó un suspiro y se pasó la mano por la cara y luego por el pelo castaño. —De veras tienes memoria de pez —murmuró más para si mismo.

—Escuché eso. —Él volvió su vista a mi y me dedicó una sonrisa ladina, con los ojos entrecerrados, parecía que estuviese ebrio. Un ebrio feliz. —¿A dónde vamos? Estoy cansada.Y tú pesas bastante.

Él hizo una mueca. 

—Ya estoy cansado de que me digas gordo. —dijo dramático. Yo apreté los labios para no reír.

—No dije que estuvieras gordo. Dije que estas pesado. 

—Muy bien —bajó de un salto del carrito—. Parece que me toca a mi empujar así que... —me extendió una mano—. Su turno, señorita —yo tomé su mano, sus dedos estaban fríos al igual que los míos. Él me ayudó a subir al carrito y luego empezó a empujar. 

El viento frío de la madrugada nos golpeaba y hacia mover mi cabello. Yo dejé caer mi cabeza hacia atrás y fijé los ojos en la luna que brillaba en el cielo despejado. 

—¿A dónde vamos? —le pregunté después de un momento, mis ojos seguían fijos en la luna. —¿Falta mucho?

—Ya lo verás —fue su respuesta. Cerré los ojos y esperé. 

¥¥¥


Abrí los ojos al sentir que el carrito se detenía. Miré a todos lados, desconcertada. 

No me olvides © [Borrador] Where stories live. Discover now