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Capítulo seis

Hunter:

Tenía su rostro entre mis manos. Sus ojos marrones conectados con los míos.

Mi pulgar siguió haciendo pequeños círculos en su mejilla izquierda, mientras que ambos nos hablábamos en silencio, en un idioma que no conocíamos.

Mi mirada recorrió cada mínimo detalle de él; Sus ojos marrones, oscuros, podía sentirlos sobre mi. La curva casi invisible de su nariz, el arco de su labio superior, su boca ligeramente abierta.

Mis labios se entreabrieron por inercia.

Los lunares esparcidos por toda su cara; tres cerca de su ojo izquierdo formaban un triángulo pequeñito. Uno cerca de su boca llamaba mi atención, y los demás que descendían por su cuello.

Las manos de Warren estaban sobre mí, en mi cintura. El viento frío que venía desde fuera nos golpeaba. Se me puso la piel de gallina debajo de la ropa, su ropa, y no sé si fue por el frío o por su toque.

El cielo se estaba oscureciendo, las nubes grises desapareciendo, el frío, intensificándose.

Él trago saliva y yo hice lo mismo.

Sentía que el aire faltaba en mis pulmones.

—Hunter —dijo en voz baja, mis ojos viajaron a sus labios y otra vez a sus ojos.— Hunter —repitió con la mirada fija en mis labios.  

—¿Si? —pregunté yo en un susurro entrecortado.  

—Despiértate Hunter.  

Yo fruncí el ceño.  

—¿Qué dices?

—¡Hunter ya es tarde! —gritó Aria.

Yo abrí los ojos.

—¡¿Qué diablos?! —dije adormilada y confundida. Abrí lentamente los ojos y mi ceño se frunció aún más. Me apoyé sobre mis codos y miré a todos lados.

¿Que carajos?

¿A donde había ido el frío, la cama con edredón azul oscuro, las paredes de ladrillo rojo y el chico peli negro frente a mi?

Estaba en mi habitación.  

¿Pero como...? ¿Fue solo un sueño...?

Me detuve al ver a Aria sentada sobre mi cama; Aun Llevaba puesta su pijama, su pelo estaba recogido en un moño desordenado, lo cual no era normal en ella, pero tenía su típica mirada acusatoria fija en mi.

Y como si fuera posible mi ceño se frunció aún más.

—¿Qué haces aquí? —pregunté y miré mi habitación otra vez.— ¿Qué hago yo aquí? —grité, molesta y confundida.

Su rostro cambió por completo de una expresión seria a una indignada y se puso de pie, con la mirada fija en mi.

—¿Acaso bebiste? —preguntó sarcástica, yo ladeé la cabeza ¿se habrá vuelto loca?

—¿Que si bebí...?

—Sé que estas enferma —me interrumpió— sé que olvidas las cosas, y sé que es muy probable que no lo recuerdes Hunter, pero como puedes decirme "¿que haces aquí?" ¿acaso te has vuelto loca?

Me quede en silencio por un momento y ladeé la cabeza hacia el otro lado.

—¿De que estas hablando? —pregunté— ¿Como que si me he vuelto loca? Tu eres la que me mira mientras duermo y me hace un escándalo cuando me despierto —salí de la cama y camine haciendo ella—. Buenos días para ti también hermanita.

Aria apretó la mandíbula.

—¿Donde estuviste ayer? —preguntó/gritó—, ¿y a qué hora volviste? Puede que ni lo recuerdes, pero si lo haces, me encantaría saber. —Ella imitó mi tono burlón.

Yo parpadeé y la miré, confundida.  

—¿Como dices? —pregunté.

Ella dejó escapar un bufido y se pasó una mano por la cara.

—Claro, lo que supuse.

—¿Que dijiste? —volví a preguntar ignorando sus murmullos.  

Esta vez se pasó ambas manos por el pelo y respiro profundamente.

—Ayer, cuando volví, no estabas. Te esperé por horas. Te llamé mil veces. Me comí las uñas Hunter —gritó, mostrándome sus manos—, pero no tu no volvías —tragué saliva. Aria hizo una pausa— y esta mañana me levantó y te encuentro aquí, ACURRUCADA COMO UN BEBÉ MIENTRAS LE SONREÍAS A LA ALMOHADA.

¿Le sonreía a la almohada...?

Al darme cuenta de sus palabras me mire a mi misma; los calcetines, los pantalones de dormir y la camiseta.

Su camiseta.

Una sonrisa estupida se formó en mi rostro. Aria dejó de decir lo que estaba diciendo y me miró con el ceño fruncido.

—¡¿Por qué carajos te ríes?!

—¡Fue real! ¡No fue un sueño! —me lancé hacia ella y envolví mis brazos alrededor de su cuello. —Fue real hermana.

Ella se parto de mi, confundida. Aria puso los ojos en blanco.

—Creo que hacerme enojar es tu deporte favorito —dijo con ironía mientras que la sonrisa se extendía por mi rostro. Aria suspiró una última vez— y creo que estás jugando unas olimpiadas.

—Vamos no seas dramática.

Ella extendió los brazos por sobre su cabeza, estirándose.

—Solo, no lo vuelvas a hacer. Y siempre lleva tu celular contigo. —Se dio la vuelta y caminó hacia la puerta—. Y tira esa ropa de vagabundo que tienes puesta —grito sin mirarme.

Yo abrí la boca, indignada, pero no dije nada.

Di saltitos hasta llegar a mi cama, donde me deje caer de espaldas, aún sonriendo.

—Fue real —dije—. Pude recordarlo.

Y cerré los ojos, sintiendo su tacto sobre mi, otra vez. Su aliento mezclándose con en mío, nuestros ojos mirándose fijamente, los detalles de su rostro.


[...]

Feb 15 2022

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