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Larisa entró al pasillo, estaba cubierta de mugre y su ropa permanecía desordenada, como si un perro la hubiera revolcado en el lodo, estaba furiosa, demasiado para ser realistas.

Olga se dió la vuelta poniéndose frente a mí, me sentía rara en la manera protectora en la que se había puesto, a pesar de ser más bajita que yo y mucho más delgada.

-Saben... viéndolo bien si son demasiado parecidas —se burló borrando con rapidez su sonrisa— Son igual de estúpidas y fáciles de manipular.

-Debí suponer que me engatusarias con tu maldito poder, solo querías acercarte más a Harry ¿no es verdad?.

-Lo que pienses ahora no me importa, que padre te está saliendo todo...haciéndote aliada de la mujer que te arrebató al amor de tu vida.

Olga bajo la defensa, mirando al suelo pensando muchas cosas, cosas que creía por un momento se estaba creyendo, yo no era ninguna culpable.

-¿Vas a dejar que ella te enrede en su juego también en su juego de víctima? "Ay Olga por favor no me mates yo no tuve la culpa de ser una maldita resbalosa y quitarte al hombre que tanto esperabas" —trató de imitar mi voz sin éxito.

-Sabes Larisa, viéndolo aún mejor... La única que no sabe jugar limpio eres tú, yo no merezco el perdón de ellos claramente, pero ¿Tú si el de tu familia? —Olga avanzaba amenazante hacia Larisa quién retrocedió con la mandíbula entumecida.

-Eres una maldita traidora eso es lo que eres—mascullaba entre dientes mientras se detenía en seco.

-¿Y tú? ¿Qué serías tú Larisa? —respondió aún amenazante— ¡_____ abre la maldita puerta y vete!


Gritó Olga mientras se avalanzava contra Larisa quién al ser más alta atacaba más rápido, estaban golpeándose una a la otra.

-¡Mierda _____ lárgate ya! —grito Olga sin aliento mientras tumba al suelo a Larissa.

Sin pensarlo más, abrí la puerta quien ya se mantenía sin seguro, me adentré y la cerré de golpe colocándole seguro, unos gritos al fondo se escuchaban, eran de una bebé, un dolor el pecho se intensificó mientras me giraba hacia el espacio que había frente a mis ojos, era una habitación sin muebles, al fondo había otra puerta distinta a la que había entrado, está era más larga y amplia, corrí hasta la puerta lo más rápido que pude.

La puerta no se abría, se sentía atascada, la frustración de por a Lú gritar hacían que mis sentidos se debilitaran, no lo soportaba.

Por un momento recordé las palabras de Louise antes de separarse de mi. Tome con ambas manos la perilla y cerré los ojos sin pensar más en que era lo que haría, estaba nerviosa pero desesperada por abrir la puerta. Pero nada sucedía, los choques eléctricos y el hormigueo no aparecían como cuando abrí mi celda. Me sentía inútil, no podía hacer algo y Lú no dejaba de gritar.

-Mamá...—susurré con desespero mientras lloraba con la misma sensación, dónde estaba ella y ¿Por qué se me había venido a la mente?, Dios la necesitaba conmigo.

-Lo sé, ya estoy aquí — un susurro y el cálido  aire se sentía atrás de mi, no podía abrir los ojos, pero si sentí la mano de mi madre tocar las mías que aún no se despegaban de la perilla.

-Mamá...no sé que hacer —sollocé asustada mientras apretaba nuevamente mis labios temblorosos.

-Dejame ayudarte.

Escuché por último mientras ella apretaba más su agarre hacia mis manos, sentía una sensación de hormigueo más que choques eléctricos, era ella y estaba ahí para mí.

Dulce o Truco   |H•S|  Where stories live. Discover now