22.♤

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Las palabras del doctor recorren mi cabeza una y otra vez, impidiendo que continúe con mi trabajo. No quiero perder la poca esperanza que tenía, pero mi instinto me grita que tiene razón y que ella jamás me va a recordar.

Acuesto la cabeza en la cabecera de la silla y cierro los ojos. Esta maldita situación se volvió terriblemente insoportable de un pronto a otro y todo por culpa de ese hombre, de sus palabras y de su pesimismo.

-Hombre torturado mi pie...-digo en un susurro. Si estuviera torturado como dice, me sentiría a gusto porque esa es la condena que me impusieron hace mucho tiempo atrás, pero no es tortura lo que siento en cuanto al tema de Victoria se refiere.-Victoria Marie Stoker...-el solo decir su nombre me provoca un sentimiento de pesadez y de nostalgia.

Al cabo de unos instantes en silencio, los entaconados y familiares pasos de Valeria resuenan en el piso de mi oficina. Llega como torbellino y se lleva todo lo que está a su paso, sin importarle que sea.

Bajo la cabeza de la cabecera y me siento derecho sobre la silla para no desperdiciar un solo segundo de admirarla. Sigo sin creer que esta hermosa mujer haya sido la causante de mi dolor.

-Buenos días...-dice cuando se detiene frente al escritorio. Lleva una carpeta negra en sus manos y un vestido blanco ceñido al cuerpo.
-¿En serio te has metido aquí con esa bomba del deseo?...-frunce el ceño con confusión y yo le señalo la prenda que yace sobre su cuerpo.
-Una secretaria debe verse bien para recibir a los invitados de su jefe...-dice en tono inocente. Definitivamente es un torbellino que se lleva todo a su paso, incluyendo la duda y la angustia.-¿alguna vez le he dicho que amo su sonrisa, señor Stoker?...-alzo las cejas con sorpresa ante la extraña formalidad que ha usado.
-No que yo recuerde, señorita Rowell...-cubre su boca con la carpeta negra para que no vea la sonrisa boba que se ha dibujado en ella.-oye...-digo en un susurro. Sus ojos me miran por encima de la carpeta.-ven aquí...-ella coloca la carpeta sobre mi escritorio y se acerca lentamente hacia mí.
-¿Planea corromper mi inocencia, señor Stoker?...-eso me arranca una risa. Alejo la silla un poco para poder mirarla mejor y así demostrar que no quiero hacer nada.
-Sería incapaz de corromperla, señorita Rowell...-su expresión está cargada de emoción y lo que parece ser una gran cantidad de amor.-sigo sin creer que estés aquí...-me acerco lentamente hacia ella, sin dejar de mirarla y acuesto mi frente sobre su abdomen.
-Debes empezar a creer que mereces lo bueno que te sucede...-coloco ambas manos sobre sus caderas y contengo el aliento para que todos mis sentidos se centren en ella, en su respiración y en como se siente su cuerpo cuando está tranquila.
-Me han enseñado que las cosas buenas vienen con un precio y que para que duren lo suficiente en mi vida debo pagarlo...-alzo la cabeza para mirarla a los ojos. Todas las facetas de esta mujer me fascinan.
-El único precio que debes pagar conmigo es el de tener que amarme por lo que resta de tu vida...-eso me arranca una risa. Acuesto mi mejilla en su abdomen y la abrazo con fuerza.
-Me aseguraré de pagarlo por el resto de mis días...-incluso si no son muchos. Me aferro con más fuerza a su cuerpo y una extraña ola de nostalgia invade mi sistema rápidamente.

Mientras sus manos acarician mi cabello, los recuerdos vienen a mi mente como espada filosa y se clavan en mi pecho con fuerza. Me aferró aún más a su cuerpo cuando siento el frío de la nieve cayendo sobre mi piel y sobre la de ella.

*Latido*    *Latido*       *Latido*

El frío se hace más insoportable y la oscuridad más pesada, como si no quisieran que la encontrara. Sé que esta por aquí, en algún lugar, pero la linterna no emite tanta luz como para encontrarla más rápido.

Sin embargo, cuando estaba por rendirme, cuando estaba por emocionarme con la idea de que no cayó aquí, logro ver lo que esperaba encontrar en otro sitio, lejos de este maldito sitio, lejos del peligro y de la muerte: sus zapatos. Mis manos empiezan a temblar ante la imagen que tengo frente a mí porque cuanto más me acerco, más me doy cuenta que es ella realmente.

-Dios...-me acerco dos pasos  y la fuerza de mis piernas se evapora de golpe en cuanto veo su mano, su pequeña y delicada mano llena de sangre. Ni siquiera siento el golpe que me llevó en las rodillas porque he perdido la sensibilidad. He perdido la poca felicidad que sentía.

Acuesto mi frente en el suelo y mi mirada se nubla por las lágrimas que empiezan a salir desbocadas de mis ojos. Ha muerto. Ha muerto por mi culpa y no pude hacer nada al respecto.

Cierro las manos con fuerza, sin importarme las piedras que agarro ni la nieve que cae sobre mi espalda y dejo salir el grito que subía por mi garganta. Tanta agonía...Tanta rabia...Tanto odio y desprecio...Tanto deseo por ser libre y todo se fue a la mierda.

Alzo la mirada nuevamente para mirar su cuerpo y solo entonces me doy cuenta que su pecho sube y baja muy despacio. Esta viva. Sin importar el golpe o el frío, sigue viva. Esta luchando por mantenerse aquí.

Me arrastro lentamente hacia ella, en medio de gemidos ahogados y la esperanza en mi sistema de que lo que he visto no ha sido un producto de mi cansada mente. Por favor, no deseo perderla a ella también.

Cuando estoy a su lado, compruebo que efectivamente su pecho sube y baja muy lento. Esto es un milagro y sé que la voy a salvar a como dé lugar, la voy a proteger hasta que llegue la ayuda.

*Latido*

-¿Gabriel?...-su voz me hace volver a la realidad. Alzo la cabeza rápidamente para mirarla a los ojos.-¿estás bien?...-su pregunta me saca ligeramente de órbita. O quizá fueron los recuerdos los que me han sacado de este mundo.
-Sí, solo estaba...Disfrutando el momento...-digo con una sonrisa fingida antes de volver a acostar mi mejilla en su estómago.

Estos malditos recuerdos están cada vez peor y por alguna extraña razón me gritan que debo decirle la verdad antes de que alguien más se atreve a decirle.

*Latido*     *Latido*      *Latido*

Acerco mi mano, en medio de dudas y miedo por lo que quiero hacer y acaricio su cabeza con delicadeza. Lo que hubiera deseado que esa sonrisa hubiera durado más y que yo hubiera sido el motivo de ello.

El viento helado choca contra mí y yo,  por inercia, la cubro de el. Sería inútil si viene la ayuda y ella está congelada por culpa de este viento y la nieve, por lo que tomo su cuerpo, con mucha delicadeza con mis manos y la pego completamente al mío.

El sonido del viento me es insoportable, por lo que comienzo a tararear la canción de Victoria con solo la ayuda de mi garganta. Deseo que este sonido sea lo único que ella oiga y no el tenebroso sonido del viento.

Ahora mismo parece una muñeca y no la chica que amo, la chica fuerte, sonriente y risueña que amo con locura. No pude salvar a Victoria, pero le pido al cielo que pueda salvarla a ella de esto.

-Yo seré tu fuerza, mi amor...-digo en un susurro. Sé que hay alguien arriba que me oye, por eso pido que si ella tiene una oportunidad más, que logre la felicidad lejos de mí.

*Latido*

Condena Prometida. ♧ [Completa]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz