9.♧[Parte I]

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Cuando el auto entra a la propiedad Stoker, el dolor se evapora como humo en el aire. Me mirada comienza a dirigirse de forma lenta y dudosa hacia ese sitio lleno de recuerdos, lleno de asco, de dolor y de cicatrices. Pero un sonido me hace enfocar mi vista en otra dirección.

El fuerte sonido de los fuegos artificiales pone mi cuerpo alerta al recordar que a ella no le gustan los ruidos fuertes. A pesar de que quiero verla hundida, no deseo que avive antiguos recuerdos sobre ese evento.

-Esto es una mierda...-poso la mirada en Samuel, que mantiene su ceño fruncido y la mirada pegada en la mansión.
-¿El qué?...-clava sus ojos en mí. Se ve extrañamente fastidiado.
-Siento el mismo nerviosismo que sentía cuando venía a visitarte cuando éramos niños...-eso me arranca una risa. De pequeño era un cobarde de primera, creo que no ha cambiado mucho.
-Descuida, podemos jugar a las escondidas si las cosas se ponen aburridas o quizá al castillo embrujado y tú puedes hacer el papel de la princesa...-ahora es él el que ríe. Alzo un puño al aire y él de inmediato entiende lo que significa.
-¿Mejores amigos?...-pregunta con una sonrisa de oreja a oreja mientras choca su puño con el mío. Esa fue la pregunta que inició esto.
-Siempre...-digo con una sonrisa. Una buena dosis de felicidad antes de la tortura no le viene mal a mi sistema.

Salimos del auto, una vez que este se detiene frente al camino rodeado de pequeños árboles que lleva hacia la entrada de la casa y avanzamos a paso seguro. Mi cuerpo se siente pesado y extrañamente caliente.

Creí que esta maldita cena sería una cena normal, pero parece que Hope no tenía eso en mente. Por un lado de las puertas de entrada de la casa hay una mujer con pintura dorada en todo su cuerpo y con unas telas cubriendo sus partes íntimas mientras se mantiene en una pose bastante extraña, por no mencionar que tiene una venda en los ojos, la cual tiene pintura (exactamente en la dirección en la que recorrerían las lágrimas sobre sus mejillas) color rojo sangre; por el otro lado esta un hombre con un enorme aro en su mano por el que supongo planea pasar unas cuantas veces como lo hacen en los circos los animales. Esta escena es bastante extraña.

Entramos a la mansión, la cual abrió sus puertas sin que tuviéramos que tocar y avanzamos lentamente por el recibidor. Las dos enormes escaleras que llevan al piso de arriba da un aire a palacio real. O al menos eso era lo que mi padre decía.

Observo el sitio con atención mientras el millón de recuerdos que tengo en esas escaleras vienen a mi cabeza como ola. Tantos intentos y solo el último dio el resultado que esperaba.

*Latido* *Latido* *Latido*

La imagen de mi yo adolescente baja las escaleras tan rápido como le es posible, a pesar de las amenazas que le había dicho y de la adrenalina que recorre sus venas. Debe huir ahora o el infierno seguirá.

Su respiración agitada, su corazón golpeando sus costillas con furia y el dolor en su cuerpo después de la tortura. Prefiere escapar a seguir viviendo esto. Prefiere ser un exiliado a ser un ser contaminado.
Prefiere morir antes de pasar por eso una vez más.

Cuando llega al último escalón, el trueno que cayó muy cerca ilumina todo la estancia y con ella, a la mujer que espera por él cerca de la puerta. Otro intento fallido. Otra oportunidad de tener una vida normal se había ido. Otra oportunidad de alejarse del monstruo se había escapado.

*Latido*

-¿Viste eso?...-la voz de Samuel me saca del recuerdo. Cuando su mano toca mi hombro, por acto reflejo me alejo de él un paso.-¿esta todo bien, hermano?...-pregunta con el ceño fruncido, a lo que yo respondo con un asentimiento de cabeza.-andando...-dice no muy convencido de mi respuesta. La ansiedad ha sido tal por ese breve recuerdo que mis manos están temblando y si Samuel me hubiera tocado, lo hubiera sabido.

Condena Prometida. ♧ [Completa]Where stories live. Discover now