━━━ broken heart

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— HARRY JAMES POTTER

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— HARRY JAMES POTTER. — gritó Atenea al entrar a la sala común. No le importaba que los demás gryffindor la escucharan, ya nada le importaba.

— ¿Que te pasa, Atenea? — cuestionó Harry, que estaba sentado junto a Ron.

— ¿Que me pasa? ¿Te atreves a preguntar eso, después de besarte con Tannia Park?

el sonido de sorpresa inundó la sala común. Fred y George se miraron entre sí, y Hermione con Ron igualmente.

— No hagas drama, vamos a tu habitación, ahora.

Harry tomó a Black del antebrazo y la jaló a las escaleras. Murmuró el hechizo que lograba que pudiera entrar un chico, y abrió la puerta de la habitación de sus amigas.

— ¡Maldita sea, Harry! — se quejó Atenea rompiendo en llanto. Trataba de hablar, pero sus palabras se enredaban con sus sollozos y solo se podían oir quejidos ahogados. Sus manos temblaban, y a pesar de saber que Tannia estaba detrás de todo eso, le dolía. Su pecho ardía y tenía un nudo en la garganta. La sensibilidad nublaba su inteligencia.

Pero no podemos culparla, ella es solo una adolescente enamorada, con su corazón que antes estaba lleno de amor, roto. Harry la veía con el ceño fruncido, y le dolía verla así, en el fondo lo dañaba. Pero había algo, algo raro con él. No lo podía entender.

Atenea, en medio de su llanto y su inestabilidad, cayó al suelo después de tropezar.

— Bien, bien, Atenea, respira.

Harry se sentó a su lado y la rodeó con su brazo, aún tenía el sentido de protección hacía ella, más fuerte que todo hechizo, sus sentimientos estaban antes.

— ¿porqué, Harry? — dijo Atenea con voz baja y quebradiza. Habían rastros de lágrimas en su rostro, y sus ojos y nariz estaban levemente rojizos.

— lo siento.

Y con eso, Harry se retiró de la habitación, dejando a la chica sola y triste.

Y lo que había sido una linda relación, ahora eran nada más que recuerdos.

A pesar de todo eso, no dejaron de ser amigos. Sí, Atenea estaba dolida y resentida, pero no podía alejarse en un momento así. Y pasaron días, y días.

Hermione no volvió a mencionar su idea de que Harry les enseñara Defensa Contra las Artes Oscuras hasta al cabo de dos semanas. Harry ya había terminado los castigos con la profesora Umbridge; Ron había asistido a cuatro entrenamientos de quidditch más, y en los dos últimos no le habían gritado; Atenea volvía a sonreír y el tiempo que antes pasaba con Harry, ahora lo pasaba con George y Fred; y los cuatro amigos habían conseguido hacer desaparecer sus ratones en la clase de
Transformaciones (es más, Hermione había progresado y había hecho desaparecer gatitos), antes de que volvieran a abordar el tema durante una desapacible y tempestuosa tarde de finales de septiembre, cuando estaban sentados en la biblioteca buscando ingredientes de pociones para un trabajo que les había encargado Snape.

—Harry —dijo de pronto Hermione—, ¿has vuelto a pensar en la asignatura de Defensa Contra las Artes Oscuras?

—Pues claro —repuso Harry malhumorado—. ¿Cómo vamos a olvidarla, con la arpía que tenemos de profesora?

—Me refería a la idea que tuvimos Ron y yo… —Ron, alarmado, le dirigió una mirada amenazadora a Hermione, quien frunció el entrecejo y rectificó—: De acuerdo, de acuerdo, a la idea que tuve yo de que nos dieras clase.

Harry no contestó enseguida. Fingió que leía detenidamente una página de Antídotos asiáticos, porque no quería decir lo que estaba pensando.

Atenea estaba inspeccionando un estante mientras escuchaba la conversación.

Lo cierto era que durante aquellas dos semanas había reflexionado mucho sobre aquel tema. A veces le parecía una idea descabellada, como se lo había parecido la noche que Hermione se la propuso, pero
otras se sorprendía a sí mismo pensando en los hechizos que más le habían servido en sus diversos enfrentamientos con mortífagos y criaturas tenebrosas; y no sólo eso, a veces se sorprendía a sí mismo planeando inconscientemente las clases…

—Bueno —dijo con lentitud, pues ya no podía continuar simulando que le interesaba muchísimo Antídotos asiáticos—. Sí, he pensado un poco.

—¿Y? —preguntó Hermione, esperanzada.

—No lo sé —empezó Harry para ganar tiempo. Luego levantó la cabeza y miró a Ron. Atenea se acercó a ellos.

—A mí me pareció buena idea desde el principio —afirmó éste, que parecía más dispuesto a participar en aquella conversación ahora que estaba seguro de que Harry no iba a ponerse a gritar otra vez.

Harry, incómodo, cambió de postura en la silla.

—Ya les dije que gran parte de mi éxito se debió a la suerte.

—Sí, Harry —replicó Hermione suavemente—, pero de todos modos es inútil que finjas que no eres bueno en Defensa Contra las Artes Oscuras, porque lo eres. El año pasado fuiste el único estudiante que supo resistirse a la maldición imperius, sabes hacer aparecer un patronus, sabes hacer cosas que muchos
magos adultos no saben. Viktor siempre decía…

Ron giró la cabeza hacia ella, y lo hizo tan bruscamente que dio la impresión de que se había lastimado el cuello. Se lo frotó y dijo:

—¿Ah, sí? ¿Qué decía Vicky?

—¡Jo, jo! —dijo Hermione con voz de aburrimiento—. Decía que Harry sabía hacer cosas que ni siquiera él sabía hacer, y eso que estaba en el último curso del Instituto Durmstrang.

Ron miraba a Hermione con recelo.

—No seguirás en contacto con él, ¿verdad?

—¿Qué hay de malo en eso? —repuso Hermione en tono cortante, aunque se había ruborizado un poco—. Si quiero, puedo tener un amigo por correspondencia…

—Eso no era lo único que él quería —comentó Ron con aire acusador.

Hermione movió negativamente la cabeza, exasperada, y sin hacer caso a Ron, que seguía mirándola fijamente, le dijo a Harry:
—Bueno, ¿qué dices? ¿Nos enseñarás?

— ¿que dices tú, Atenea? — cuestionó Harry. Atenea lo miró y sólo asintió, en aprobación.

—Vale, pero sólo a ti, Ateneay a Ron, ¿no?

—Verás… —comenzó Hermione con cierto nerviosismo—. Bueno, ahora no vuelvas a subirte por las paredes, Harry, por favor…, pero creo que deberías enseñar a todo aquel que quiera aprender. Mira, estamos hablando de defendernos de Vo-Voldemort. Venga, no seas ridículo, Ron. No sería justo que no
ofreciéramos a los demás la posibilidad de aprender.

Harry lo pensó un momento, y entonces respondió:

—Sí, pero dudo que haya alguien, aparte de vosotros tres, que esté interesado en que le dé clases. Recuerda que soy un chiflado.

—Creo que te sorprenderías de la cantidad de gente a la que le apetecería escuchar lo que tú tengas que decir —afirmó Hermione muy seria

—. Mira —se inclinó hacia Harry; Ron, que todavía la miraba ceñudo, se inclinó también para enterarse—, ¿recuerdas que el primer fin de semana de octubre tenemos la excursión a Hogsmeade? ¿Qué te parecería si le dijéramos a los que estén interesados que se reúnan
con nosotros en el pueblo para que podamos discutirlo?

—¿Por qué tenemos que hacerlo fuera del colegio? —preguntó Ron.

—Porque no creo que Umbridge se pusiera muy contenta si descubriera lo que estamos tramando — contestó Hermione, y volvió al diagrama de la col masticadora china que estaba copiando.

powerful, harry potter (pausada)Kde žijí příběhy. Začni objevovat