━━━ the pink-eyed girl

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— Bueno chicos, hay alguien que me gustaría presentarles

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— Bueno chicos, hay alguien que me gustaría presentarles. — dijo Sirius hacia Atenea, Harry, Ron, Hermione, Ginny, George y Fred, invitando a pasar a una chica (probablemente de su edad) de cabello castaño y ojos rosa. — Ella es Tannia Park, y está aquí para ayudar a Atenea.

— ¿Porqué necesito ayuda? — cuestionó Atenea, frunciendo el ceño mientras miraba a Tannia, quién tenía una mirada confiada.

— Porqué recientemente descubriste tus poderes, y necesitas ayuda para controlarlos. — Respondió Sirius, sonriéndole a Tannia.

— No he tenido accidentes, creo que eso significa algo. No necesito tu ayuda, gracias. — dijo Atenea, con una mueca enfadada en la cara. — Además, ¿en qué me ayudaría una chica que posee el poder del amor, que es muy diferente al que poseo yo? ¿no sería mejor que mi madre, que tiene un poder más parecido al mío, me ayude? ¿no crees que es insensato traer a alguien que no conocemos a la casa, y simplemente decir «ella te ayudará» sin preguntarle a nadie? — respondió Atenea, con sus ojos deslumbrantes de colos calipso.

— Bueno, viendo tus ojos, creo que si necesitas ayuda, Atenea. No querrás matar a todos en la casa por un simple descuido, ¿no? — dijo Tannia, con una pequeña sonrisa.

Hermione y el resto de los adolescentes se sorprendieron, por las fuertes palabras que dijo la nueva chica.

— Por la cara que pusiste, supongo que no. Ahora, tío Sirius, ¿puedo conocer la casa?

— Claro, Tannia, sígueme.

Atenea se giró para ver a sus amigos, quienes hablaban al mismo tiempo dandole la razón en lo que había dicho anteriormente. Atenea cerró los ojos y respiró hondo para luego decir:

— ¿Dónde esta el tío Remus?























A la mañana siguiente, Harry despertó de golpe a las cinco, como si alguien le hubiera gritado en la oreja. Se quedó unos instantes tumbado, inmóvil, mientras la perspectiva de la vista disciplinaria llenaba cada diminuta partícula de su cerebro; luego, incapaz de soportarlo más, saltó de la cama y se
puso las gafas. La señora Weasley le había dejado los vaqueros y una camiseta lavados y planchados a los pies de la cama. Harry se vistió. El cuadro vacío de la pared rió por lo bajo. Ron estaba tirado en la cama, con la boca muy abierta, profundamente dormido. Ni siquiera se movió cuando Harry cruzó la habitación, salió al rellano y cerró la puerta sin hacer ruido. Procurando no pensar
en la próxima vez que vería a Ron, cuando quizá ya no fueran compañeros de clase en Hogwarts, Harry bajó la escalera, pasó por delante de los antepasados de Kreacher y se dirigió a la cocina. Se había imaginado que la encontraría vacía, pero cuando llegó a la puerta oyó un débil murmullo de
voces al otro lado. Abrió y vio al señor y a la señora Weasley, Sirius, Lupin, Atenea y Tonks sentados a la mesa como si estuvieran esperándolo. Todos estaban vestidos para salir, excepto la señora Weasley, que
llevaba una bata acolchada de color morado y Atenea, quién llevaba un pijama color rojo y una sudadera de Harry, que le quedaba muy grande. La mujer se puso en pie de un brinco en cuanto Harry entró en la cocina.

—Desayuno —dijo, y sacó su varita y corrió hacia el fuego.

—B-buenos días, Harry —lo saludó Tonks con un bostezo. Esa mañana tenía el pelo rubio y rizado

—. ¿Has dormido bien?

—Sí.

—Yo no he pe-pegado ojo —comentó ella con otro bostezo que la hizo estremecerse—. Ven y siéntate…

Apartó una silla, y al hacerlo derribó la de al lado.

—¿Qué te apetece comer, Harry? —le preguntó la señora Weasley—. ¿Gachas de avena? ¿Bollos? ¿Arenques ahumados? ¿Huevos con beicon? ¿Tostadas?

—Tostadas, gracias.

Lupin miró a Harry y luego, dirigiéndose a Tonks, le dijo:
—¿Qué decías de Scrimgeour?

—¡Ah, sí! Bueno, que tendremos que ir con cuidado; ha estado haciéndonos preguntas raras a Kingsley y a mí…

Harry agradeció que no le pidieran que participara en la conversación. Tenía el estómago revuelto. La señora Weasley le puso delante un par de tostadas con mermelada; Harry intentó comer, pero era como
si masticara un trozo de alfombra. La señora Weasley se sentó a su lado y empezó a arreglarle la camiseta, escondiéndole la etiqueta y alisándole las arrugas de los hombros. Harry habría preferido que
no lo hiciera.

—… y tendré que decirle a Dumbledore que mañana no podré hacer el turno de noche, estoy demasiado ca-cansada —terminó Tonks, bostezando otra vez.

—Ya te cubriré yo —se ofreció el señor Weasley—. No me importa, y de todos modos tengo que terminar un informe…
El señor Weasley no llevaba ropa de mago, sino unos pantalones de raya diplomática y una cazadora.

Cuando terminó de hablar con Tonks miró a Harry.

—¿Cómo te sientes? —El muchacho se encogió de hombros—. Pronto habrá terminado todo —le aseguró con optimismo—. Dentro de unas horas estarás absuelto. —Harry no dijo nada—. La vista se celebrará en mi planta, en el despacho de Amelia Bones. Es la jefa del Departamento de Seguridad
Mágica, y la encargada de interrogarte.

—Amelia Bones es buena persona, Harry —afirmó Tonks con seriedad—. Es justa y te escuchará.

Harry asintió con la cabeza; seguía sin ocurrírsele nada que decir.

—No pierdas la calma —intervino Sirius—. Sé educado y cíñete a los hechos.

Harry volvió a asentir.

—La ley está de nuestra parte —comentó Lupin con voz queda—. Hasta los magos menores de edad están autorizados a utilizar la magia en situaciones de peligro para su vida.

Harry tuvo la sensación de que algo muy frío goteaba por su espalda; al principio creyó que alguien estaba haciéndole un encantamiento desilusionador, pero entonces se dio cuenta de que era la señora Weasley, que intentaba peinarlo con un peine mojado. Le aplastaba con fuerza el pelo contra la coronilla,
pero éste volvía a erizarse enseguida.

—¿No hay forma de aplastarlo? —preguntó desesperada.
Harry negó con la cabeza.

El señor Weasley consultó su reloj y miró al chico.

—Creo que deberíamos irnos ya —dijo—. Es un poco pronto, pero estarás mejor en el Ministerio que aquí, sin hacer nada.

—Vale —contestó Harry automáticamente; dejó la tostada en el plato y se puso en pie.

—Todo irá bien, Harry —aseguró Tonks, y le dio unas palmaditas en el brazo.

— Harry, ¿puedo hablar contigo? — inquirió Atenea, a lo que el azabache asintió.

Se fueron a un lugar más privado, sin que nadie los esté escuchando

— Sé que todo irá bien, Harry, lo prometo. Sé sensato y aferrate a los hechos. Te quiero mucho, y cuídate, Harry. — le dijo Atenea, para después besarlo con intensidad y aferrarse a sus mejillas.

powerful, harry potter (pausada)Where stories live. Discover now