powerful, harry potter (pausada)

━━━ memories.

la niña perseguía por los jardines de hogwarts al de lentes, quién reía al escuchar las amenazas de su amiga.

en un momento de cansancio detuvo el paso y luego de un par de respiros sintió el cuerpo liviano de atenea tumbar el suyo, quedando ambos en el suelo.

— no me digas enana, potter — advirtió atenea, rodando en el suelo para estar al lado de harry, ya que había quedado sobre él.

— está bien, está bien, tu ganas. — se rindió harry. se sentó en el césped mirando a la castaña disfrutar el calor del sol que alumbraba su tarde, con los ojos cerrados para que su vista no doliera.

si hubiéramos estado ahí, viendo la mirada admiradora que tenía harry, diríamos “por favor, que alguien me mire de esa manera”.

atenea abrió sus ojos para mirar de vuelta a harry, quién le sonrió. le devolvió la sonrisa, y se quedaron allí minutos y minutos que disfrutaron con todo corazón.

atenea cerró el libro con fuerza, dejándolo a un lado algo furiosa.

sabía que tannia tenía mucho que ver, no era casualidad, ¿no?

harry le había prometido amor eterno y fidelidad. le iba a creer hasta el fin de sus días.

decidió despejar sus sentimientos y salió de la habitación, en camino a la sala común. george fué el primero en inundar su vista. el pelirrojo reía en silencio al ver a su hermano.

— atenea, mira. — george jaló del brazo de la castaña para que viera la broma que había hecho el gemelo. fred lucía una sustancia verde que manchaba la parte trasera de su pantalón.

al darse cuenta de la travesura de su hermano (y ahora atenea, que estaba incluida gracias a George) no dudó en perseguir al par quienes habían salido corriendo de la sala común.

— ¡corre, corre atenea! — exclamaba george escuchando los quejidos de fred debido a la broma.

cuando el pelirrojo notó que black se sentía ya cansada, tomó su mano para seguir corriendo a su lado.

ya perdidos de la vista de fred, se escondieron detrás de una pared y rieron al unísono al ver que habían perdido a fred.

— eres increíble, george.

— lo sé, mi hermosa atenea.

la castaña se extrañó por el sobrenombre, pero no mencionó nada al respecto. george se sentó en el suelo con las piernas extendidas y miró hacía arriba, donde atenea lo miraba curiosa. con su mano palmeó el suelo junto a él indicando que se sentara a su lado. atenea ahora estaba con las rodillas al pecho, junto a george.

— ¿como te sientes? ya sabes, respecto a harry. — inquirió george, mirando los ojos azules de su amiga.

— todo está... todo está bien. — respondió insegura atenea, no quería mostrarse débil.

— atenea... ¿estás segura?

— sí

— completamente segura?

george cada vez se acercaba más a su rostro.

— si, george, no te preocupes.

ambos miraban a los ojos del contrario.

de la nada, atenea sintió los labios de george golpear los suyos. el beso no duró más de diez segundos, pero para atenea no fueron los mejores.

— george... — musitó atenea al sentir que el pelirrojo cortó el beso. — lo siento, no puedo.

— yo puedo darte lo que él no pudo, atenea. créeme. — dijo george, tomando la mano de atenea con delicadeza.

— george, lo lamento tanto. no puedo, no puedo hacer esto. lo siento. — y con esas palabras, atenea se levantó y se dirigió a la sala común nuevamente.

se sentía culpable, pero sabía que era lo correcto. no podía empezar algo nuevo de la nada cuando hace tres días había terminado su relación. en su camino a la sala común, escuchó la risa de tannia y al avanzar un poco más, veía a harry besarla.

el dolor en su pecho se instaló de inmediato y a pesar de que las lágrimas amenazaban con salir y recorrer sus mejillas, ella se quedó allí. observando al chico que amaba besar a alguien más.

y ella lo sabía. sabía que debía de olvidarlo a pesar de creer que tannia tenía algo que ver en el repentino enamoramiento de potter hacia ella. le causaba gracia, mucha gracia, como había tenido un mal presentimiento desde el comienzo y nadie había creído sus palabras respecto a park.

pero decidió seguir caminando, olvidando que esos solían ser ellos. los mismos adolescentes que se escaban de las cenas importantes y extremadamente largas para escabullirse en los pasillos y besarse hasta que algún prefecto o filch los encontrara corriendo por los pasillos o aún peor, besándose algo apasionados.

y otra vez más los recuerdos golpeaban su memoria, llegando uno tras uno, haciéndola ver tan deprimente.

tan no la atenea que sonreía por lo mínimo y que emanaba brillo de sus ojos.