powerful, harry potter (pausada)

━━━ the day before

❝EL DÍA
PREVIO❞

El día de la primera prueba era mañana, y Atenea se había levantado tan espantada como se había dormido, si se llegó a quedar dormida.
La mitad de la noche se la pasó mordiendo sus labios con notable nerviosismo. A pesar de faltar un día, estaba terriblemente nerviosa.

Caminó al Gran Comedor junto a Hermione y Ginny, y las susodichas entablaron una conversación durante el desayuno, conversación en la que Ginny no quiso incluir a Atenea, por la simple razón de que Weasley había notado que harry y atenea estaban enamorados, y le provocaban celos espantosos.

Al ver a harry cruzar las puertas del gran comedor atenea de inmediato se levantó y se acercó a él para estrecharlo entre sus brazos repitiéndose a si misma que él estaría bien. los brazos de harry alrededor suyo la tranquilizo un poco. solo un poco.

Dieron tres vueltas al lago, pensando cuál sería el encantamiento con el
que se podría someter a un dragón. Pero, como no se les ocurrió nada, fueron
a la biblioteca. Harry cogió todo lo que vio sobre dragones, y uno y otro se
pusieron a buscar entre la alta pila de libros.

—«Embrujos para cortarles las uñas... Cómo curar la podredumbre de las
escamas...» Esto no nos sirve: es para chiflados como Hagrid que lo que
quieren es cuidarlos...

—«Es extremadamente dificil matar a un dragón debido a la antigua magia
que imbuye su gruesa piel, que nada excepto los encantamientos más fuertes
puede penetrar...» —leyó Hermione—. ¡Pero Sirius dijo que había uno sencillo
que valdría!

—Busquemos pues en los libros de encantamientos sencillos... —dijo
Harry, apartando a un lado el Libro del amante de los dragones.

Volvió a la mesa con una pila de libros de hechizos y comenzó a hojearlos
uno tras otro. A su lado, Hermione cuchicheaba sin parar y Atenea leía en silencio:

—Bueno, están los encantamientos permutadores... pero ¿para qué
cambiarlos? A menos que le cambiaras los colmillos en gominolas o algo así,
porque eso lo haría menos peligroso... El problema es que, como decía el otro
libro, no es fácil penetrar la piel del dragón. Lo mejor sería transformarlo, pero,
algo tan grande, me temo que no tienes ninguna posibilidad: dudo incluso que
la profesora McGonagall fuera capaz... Pero tal vez podrías encantarte tú
mismo. Tal vez para adquirir más poderes. Claro que no son hechizos
sencillos, y no los hemos visto en clase; sólo los conozco por haber hecho
algunos ejercicios preparatorios para el TIMO...

—Hermione —pidió Harry, exasperado—, ¿quieres callarte un momento,
por favor? Trato de concentrarme.

Pero lo único que ocurrió cuando Hermione se calló fue que el cerebro de
Harry se llenó de una especie de zumbido que tampoco lo dejaba concentrarse. Nervioso, entrelazo su mano con la de Atenea, quien aceptó.