86, invitation to the slughorn party

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Hermione tenía la agenda tan llena que Aries y Harry sólo podían hablar con calma con ella por la noche, aunque, en cualquier caso, Ron estaba enroscado alrededor de Lavender y ni se fijaba en lo que hacían sus amigos. Hermione se negaba a sentarse en la sala común si Ron estaba allí, de modo que Aries y Harry se reunían con ella en la biblioteca, y eso significaba que tenían que hablar en voz baja.

—Tiene total libertad para besarse con quien quiera —afirmó Hermione mientras la bibliotecaria, la señora Pince, se paseaba entre las estanterías—. Me importa un bledo, de verdad.

Dicho esto, levantó la pluma y puso el punto sobre una «i», pero con tanta rabia que perforó la hoja de pergamino.

—¡Ah, por cierto, ve con cuidado, Harry! —añadió Hermione al cabo de un rato.

—Te lo digo por última vez —replicó Harry con un susurro ligeramente ronco después de tres cuartos de hora de silencio—: no pienso devolver este libro. He aprendido más con el Príncipe Mestizo que con lo que me han enseñado Snape o Slughorn en…

—No me refiero a tu estúpido «príncipe» —lo cortó Hermione, y lanzó una mirada de desdén al libro, como si éste hubiera sido grosero con ella—. Antes de venir aquí pasé por el cuarto de baño de las chicas, y allí me encontré con casi una docena de alumnas (entre ellas Romilda Vane) intentando decidir cómo hacerte beber un filtro de amor. Todas pretenden que las lleves a la fiesta de Slughorn, y sospecho que han comprado filtros de amor en la tienda de Fred y George que, me temo, funcionan.

—¿Y por qué no se los confiscaste? —preguntó Aries. No le parecía lógico que Hermione abandonara su obsesión por las normas en esos momentos tan críticos.

—Porque no tenían las pociones en ellavabo —contestó ella, con desdén—. Sólo comentaban posibles tácticas. Como dudo que ni siquiera ese Príncipe Mestizo —le lanzó otra arisca mirada al libro— fuese capaz de encontrar un antídoto eficaz contra una docena de filtros de amor diferentes ingeridos a la vez, yo en tu lugar, Harry, invitaría a una de ellas a que te acompañe a la fiesta. Así las demás dejarían de albergar esperanzas y se resignarían. La fiesta es mañana por la noche, y te advierto que están desesperadas.

—No me apetece invitar a nadie —murmuró Harry.

—Pues vigila lo que bebes porque me ha parecido que Romilda Vane hablaba en serio —le advirtió Hermione.

Estiró el largo rollo de pergamino en que estaba escribiendo su redacción de Aritmancia y siguió rasgueando con la pluma.

—Espera un momento —dijo Harry de pronto—. Creía que Filch había prohibido los productos comprados en Sortilegios Weasley.

—¿Y desde cuándo alguien hace caso de las prohibiciones de Filch? —replicó Hermione, concentrada en su redacción.

—¿No decían que también controlaban las lechuzas? ¿Cómo puede ser que esas chicas hayan entrado filtros de amor en el colegio?

—Fred y George los han enviado camuflados como perfumes o pociones para la tos —explicó Hermione—. Forma parte de su Servicio de Envío por Lechuza.

—Veo que estás muy enterada.

Hermione le lanzó una mirada tan ceñuda como la que acababa de dedicarle al ejemplar de Elaboración de pociones avanzadas.

—Lo explicaban en la etiqueta de las botellas que nos enseñaron el verano pasado —dijo con altivez—. Yo no voy por ahí poniéndole pociones en el vaso a la gente, ni fingiendo que lo hago, lo cual viene a ser…

—Vale, vale —se apresuró a apaciguarla Harry—. Lo que importa es que están engañando a Filch, ¿no? ¡Esas chicas introducen cosas en el colegio haciéndolas pasar por lo que no son! Por tanto, ¿por qué no habría podido Malfoy introducir el collar?

SOULMATES ━Harry J. PotterМесто, где живут истории. Откройте их для себя