Capítulo 30

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Al día siguiente durante el desayuno, se respiraba un ambiente de tenso, poco común en la casa Madrigal, todos miraban a Isabela muy serios, mientras Helena no despegaba su mirada de Camilo.

-Y bien, Camilo - habló la abuela llamando la atención de toda la familia - ¿Cómo vas con Gabriela?

-¿Qué quieres decir abuela? - preguntó él.

-Pues... - Alma lanzó una mirada al resto de la familia - Nada nada... Sólo, nos gustaría que... Ya sabes, consiguieras conquistarla y casaros.

-Hablamos sobre esto muchas veces - Camilo suspiró - No voy a casarme con nadie.

Helena miró a Alma con cierta preocupación, Isabela ya le había dicho lo feliz que la señora sería si su nieto accediera a casarse con ella, pero solo de imaginarse esa situación le congelada la piel.

-Ya bueno... Pero habéis pasado mucho tiempo juntos últimamente y...

Isabela dio un fuerte golpe a la mesa haciendo que todos allí la miraran.

-Quieres parar. - pidió.

-Isabela esas no son formas...

-¡Quieres parar! - la interrumpió, esta vez más alto - ¿Quieres dejar de intentar que esta familia haga siempre lo que tu deseas?

-¡Yo sólo intento que esta familia salga adelante! - se excuso Alma.

-¡Solo intentas que el pueblo mantenga el respeto a nuestra casa! - Helena lo observo todo en completó silencio - ¡Quieres aceptar de una vez que no puedes dirigir la vida de todos nosotros!

Alma se puso en pie y miró a Isabela muy fijamente.

-¡Escúchame bien señorita, Dolores esta embarazada pero la escuche hablar un día, y resulta que no quiere más hijos! - Dolores agachó la mirada lentamente - ¡La mujer de Bruno esta teniendo muchos problemas para volver a quedar embarazada, Luisa y Mirabel aún no conocen a nadie, Camilo no se quiere casar, Antonio es demasiado joven... Y tu estás con una mujer! ¿Qué va a pasar con nuestra familia si no tenemos descendientes?

-¡Quieres dejar que cada uno elija la vida que quiere tener! - insistió Isabela - ¡Hay mucho tiempo aún y tu solo te centras en que ahora no tienes suficientes descendientes!

-¡Ya basta! - interrumpió Julieta - Estamos desayunando, ¿podéis dejar vuestras peleas para otro momento? - la mujer miró de reojo a Helena - Os recuerdo que aún tenemos una invitada aquí y...

-¿Por qué no decís la verdad? - Isabela miro desafiante a Alma - ¿Por qué no cuentas qué la única razón por la que dejaste que Helena se quedara era para vigilarla?

-Isabela... - Julieta quiso detenerla.

-¡No mamá! ¿Por qué no cuentan eso? Intentan aparentar ser una familia perfecta y no lo somos...

-Isabela ya basta - Alma la miró con cierto rencor - sal de aquí.

-Os odio - susurró antes de irse.

La rubia quedó allí sentada con la mirada de todos puesta en ella. Ahora entendía porque tanto interés en mantenerla ocupada durante las últimas semanas, Mirabel, Dolores, Luisa... Ninguna se había separado de ella y ahora entendía el porqué.

-Creo qué... Debería irme - susurró Helena mientras se ponía en pie algo avergonzada - Siento mucho... Si he molestado.

-Helena, no lo tengas en cuenta, Isabela esta enfadada y... - Julieta quiso disculparse pero Helena salió de la cocina antes.

La rubia comenzó a caminar fuera de la casa Madrigal, sabía que quedarse allí nunca había sido una buena opción y ahora se sentía avergonzada.

Camilo Madrigal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora