Capítulo 24:

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Sus piernas se movían muy lentamente, frente a ella estaba aquella casa que no había cambiado nada y que tanto recuerdos y sentimientos le generaba.
Recordó aquella noche tormentosa en la que su hermano la golpeó dejándola inconsciente sólo para que aquella familia la acogiera.

Tenía muchas dudas sobre lo que estaba a punto de hacer, llevaba mucho tiempo fuera y no sabía como iban a reaccionar al verla.

Cuando se armo del valor suficiente, se acerco a la puerta de la casa Madrigal y la golpeó. Unos segundos después la puerta se abrió dejando paso a Mirabel, la chica no había cambiado nada, aunque tal vez estaba más alta...

-¿Helena? - no tenía el valor suficiente para responder así que se limitó a asentir con la cabeza - ¿Eres tu de verdad?

Por un momento Helena pudo notar que Mirabel la daba por muerta o algo así, se había sorprendido mucho al verla.

-¿Cómo que Helena? - a su derecha apareció Dolores con una barriga más grande de lo normal.

Ella se sorprendió al ver a Helena, pero no tanto como ella al verla embarazada.

-Hola - saludo la rubia con una sonrisa forzada - Vine a... Visitarlos.

Parecía que nadie allí sabía cómo reaccionar ante la presencia de Helena, la chica podía notar que no les alegraba verla pero tampoco parecían enfadadas.

-Pues... Supongo que puedes entrar - Dolores sonrió y se hizo a un lado para dejar pasar a la rubia.

Helena miró a su alrededor, tenía muchas ganas de verlo, había pasado un año desde que se fue y no había podido saber nada sobre él.

Dolores guió a Helena hacia la cocina, todo estaba exactamente igual que cuando ella se fue. Al entrar en la cocina, pudo ver a Julieta, Isabela, Luisa y Alma allí reunidas.

-Miren quién vino a visitarnos - anunció Dolores mientras señalaba a Helena, la cual de había quedado muy quieta en la puerta.

-No puede ser... - susurró Alma al verla, pero Helena llegó a escucharla.

-¿Helena? - Julieta se acercó rápidamente y colocó una mano en la mejilla de la chica - Dios mio, creí que jamás te volvería a ver.

Helena sonrió, casi se le había olvidado lo buena que era Julieta, pero le sorprendía que no estuviera enfadada. ¿Acaso no recordaba que era su culpa que hace un año el milagro de su familia estuviera en peligro?

-¿Te quedarás? - preguntó Luisa mientras se acercaba para darle un abrazo demasiado fuerte.

Ella intentó responder, pero apenas le llegaba aire con los fuertes brazos de Luisa rodeandola.

-Creo que estas apretando demasiado... - observó Isabela.

-Uh si, lo siento.

Cuando Luisa soltó a Helena y esta pudo recuperar todo el oxígeno que necesitaba su cerebro para funcionar, respondió:

-Venía de visita, sé que no soy muy bienvenida aquí así que me iré esta noche.

-¿Cómo no vas a ser bienvenida? - Julieta negó con la cabeza - Tu siempre eres bienvenida.

Helena comenzaba a plantearse la teoría de que Julieta y Luisa habían tenido una amnesia o algo así...

-Pero... - Helena alzó una ceja - El año pasado... Yo os mentí y...

-Las mentiras estuvieron muy feas - intervino Alma - pero no habríamos podido salvar el milagro sin ti.

-Igual que el milagro no hubiera estado en peligro sin mi.

-Helena - Julieta le acarició la mejilla de nuevo - Sabemos que tu hermano te obligó a hacerlo, y no dudaste en ayudarnos, no estamos enfadados contigo cariño.

La rubia sonrió, se esperaba todo menos aquello. Después de un año sola y perdida... Creyendo que los Madrigal la odiaban y dudando día y noche si volver era una buena opción...

Camilo Madrigal.Where stories live. Discover now