—¡Lo siento! —Gen se disculpó cuando su celular las despertó a todas con una llamada.

Emma abrió sus ojos, mirando el techo, desde la bolsa de dormir en el suelo, escuchó cómo Gen se levantó y salió de la recámara hablando en japonés. Escarlata se desperezó en su cama, soltó quejidos seguidos cuando los músculos de todo su cuerpo se estiraron, agarró dos almohadas, y se las lanzó a Emma y a Alicia.

—¡Buenos días, mis hadas fantásticas! —se sentó en la cama, mirándolas.

Emma sonrió, en cambio, Alicia se tapó la cabeza con la almohada que le había caído del cielo.

—Lo sé, Ali —dijo Carla—. Resaca.

Emma soltó una carcajada, y le devolvió la almohada con otro golpe.

—Tengo tanta hambre —les dijo.

—Resaca —repitió Carla.

—Puede ser —rio.

Escarlata verificó la hora en su celular, y se levantó de la cama:

—Ordenaré nuestros almuerzayunos. Nadie se irá de mi depa con hambre —salió de la recámara, gritando (según ella, cantando) una de Rihanna que seguramente se le había quedado de la fiesta.

Emma se sentó, e inhaló hondo en medio de una sonrisa cerrada. Estaba feliz. Sus pies le dolían y estaban hinchados como dos sapos gordos, pero lo que sentía en su pecho era superior. ¿Eso significaba tener amigas? ¿Así se sentía pertenecer a algo? Algo que no fuera su familia o los chicos que conoció en la universidad. Llevaba meses de amistad con ellas, pero no había sido completamente consciente de que ellas eran sus mejores amigas, hasta esa tarde. Tuvieron que pasar 21 años, y muchos dolores, para hallarse en el mismo camino. Simplemente no entendía cómo funcionaba la vida, pero tampoco necesitaba entenderla. No estaba en el mundo para entenderlo, estaba en el mundo para vivir, muchas veces para sobrevivir, y también dejar su huella positiva de alguna manera. Nadie le dijo que su deber fuera dejar una huella, pero le gustaba pensar que tenía varios propósitos, la mayoría desconocidos por el momento. Ellas eran sus mejores amigas. Juntas eran las cuatro hadas fantásticas. ¿Cómo pudo haber estado tan equivocada al pensar que la amistad a veces rompe o incomoda? ¿Cómo pudo haber estado tan equivocada al pensar que la amistad a veces lastima? La amistad no rompe, no incomoda ni lastima. La amistad es un tipo de amor, y ella sabía mucho sobre amor. El amor no rompe, no incomoda ni lastima. El amor une, conforta y cuida.

—¿Les gusta? ¿Están satisfechas? —Carla las apuntó con su barbilla.

Estaban sentadas alrededor de la mesa circular del comedor, comiendo burritos como almuerzayuno. Los burritos eran de un local ubicado a una calle de departamento, Escarlata siempre los ordenaba como almuerzayuno después de haber madrugado, pero era la primera vez que sus amigas los probaban, y estaba orgullosa por hacerles degustar algo que ella consideraba suyo. Las vio expectante, especialmente a Gen, quien era la más exigente tenía el paladar. Pocas veces estaba realmente satisfecha. El chef de su casa estaba especializado en las mejores escuelas de cocina del mundo, y trabajaba en nada menos que la casa de Gen porque jamás ganaría esa cantidad en otra parte. Emma decía que ella también tenía a uno de los mejores chefs del mundo en su cocina, y cocinaba gratis para ella, a ese chef le llamaba pa.

—Me encanta —dijo Emma, quien tenía un pie sobre su silla.

—Está bien. —Alicia tomó una servilleta del medio de la mesa.

—¿Gen? —preguntó Carla.

—Es horrible —contestó.

Emma estalló, escupió un poco de burrito en medio de la risa.

Las Cenizas De Emma© #3Where stories live. Discover now