Cuando el idol Taehyung es atacado por haters, queda en peligro no sólo su vida sino también la de su mejor amigo, Jimin.
Es ahí cuando su agencia le asigna al mejor guardaespaldas, pero... ¿será suficiente para proteger a ambos?
[Narración + Socia...
Tae sintió ganas de llorar de felicidad, no había día que Jin no lo sorprendiera con algo, ya sea muestras de amor únicas como esta o simples besos que lo hacían sentir la persona más amada sobre la tierra.
—Te amo, Seokjin, creo que volviendo a Seúl tendré que recompensarte por este regalo.
Jin rió ante su comentario y lo volteó para darle un largo beso que erizó la piel del idol.
—Mejor cuando terminemos el desayuno me recompensas en la ducha, ¿te parece?
Tae sonrió pícaramente.
—Sí a todo Kim.
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Los días en esa cabaña pasaban demasiado rápido para el gusto de Tae. No había día o noche que no hicieran el amor en la recámara, sala o hasta la cocina (Jungkook tenía razón, eran unos pervertidos).
Tae estaba seguro que su manager notaría que su descanso estuvo lleno de sexo salvaje por las grandes y hermosas marcas que Jin había dejado en su cuello y espalda. A él no le importaba, casi podría jurar que las mostraría con orgullo al llegar a Seúl, pero Jin era el más sensato de los dos porque de pronto solo dijo:
—Volvemos a Seúl en dos días, bebé, creo que dejaré descansar tu piel si no queremos que Gong nos descubra.
Tae sonrió de lado, planeando algo.
—Jinnie... ¿Y si yo marco la tuya esta vez?
Jin se quedó quieto y mirando al chico a los ojos. ¿Tae estaba sugiriendo lo que él creía? Porque, siendo honesto, a Jin le estaba emocionando la sola idea de hacerlo de esa forma por primera vez con Tae.
—Eso... No estaría nada mal, bebé.
Tras relamerse los labios, Taehyung se acercó a Jin y comenzó a darle pequeños besos en el cuello. El ambiente entre ellos comenzó a calentarse más rápido de lo normal, tal vez porque ambos anticiparon algo nuevo entre los dos.
Tae se encontraba detrás de él, así que Seokjin pegó su cuerpo lo más que pudo hasta que comenzó a sentir el gran bulto de su novio sobre su trasero.
"Por fin" pensó Jin. Al fin Tae iba a dar ese paso con él... Y Seokjin estaba tan nervioso como dispuesto. Hacía tanto tiempo que no lo hacía de esa forma con nadie, que ahora se sentía tan correcto cuando Tae lo tomó de las caderas para acomodarlo.
Su respiración se agitó, igual que la de Taehyung detrás de él...
Y entonces el maldito sonido de su teléfono los distrajo. Jin conocía ese tono predeterminado, y aunque quisiera con todas sus fuerzas seguir con Tae debía contestar la llamada.
—Tengo que contestar, bebé, es Gong.
—Dile que se vaya a la mierda, ya no aguanto, Jinnie...
Seokjin se volteó y le dio un beso rápido mientras se alejaba con el teléfono en la mano, dejando a Taehyung con un gran puchero en su rostro.
—¿Diga? —respondió Jin.
—¿Seokjin? —esa no era la voz de Gong.
—¿Eun?
—Sí, perdón que te hable de este número pero supuse que siendo de Gong sería el único que no pondrías en espera.
No dijo nada al respecto, porque la mujer tenía razón.
—Descuida, dime, ¿qué pasa? ¿Es por el tema del CEO?
—No, aún no han elegido. Es por otro asunto. Yo... no puedo quedarme sin hacer nada al respecto, así que necesito tu ayuda. Gong dice que estoy loca, pero si no lo hago sé que me voy a arrepentir toda la vida.
—Eun, dime qué pasa.
—Es sobre Somi. Voy a hacer algo, y solo quería que que tú lo supieras porque no solo eres el guardaespaldas de Tae, también coordinas la seguridad en la agencia y...
—Eun —lo detuvo Seokjin, porque comenzaba a comprender por dónde iba todo—. Entonces... No necesitas realmente mi ayuda, sino más bien mi silencio, ¿cierto?
—Así es, Jin. Si alguien llega a hacer preguntas, me serviría mucho que digas que no hay forma de saber quién lo hizo. —Eun suspiró—. Tú más que nadie sabe que a veces para proteger a las personas a las que amamos debemos hacer cosas a escondidas del resto. Por favor... ayúdame.
Aquellas palabras de Eun surtieron efecto en Jin, quien se puso nervioso pero al mismo tiempo, dudoso... ¿Sería posible que Eun y Gong lo supieran...?
—Descuida, Eun —dijo Jin—. No diré nada. Pero sí requiero que me expliques qué harás.
Cuando la llamada con la manager de Jimin terminó, Jin volvió con Tae pero esta vez los ánimos eran diferentes. Tae estaba recostado en la cama y, aunque solía decir que aguantaba muchas rondas en el día, era claro que ya estaba cansado y trataban de estar despierto mientras lo esperaba.
—¿Está todo bien, Jinnie?
—Sí, bebé, todo bien. Cosas sin importancia.
Jin se recostó a su lado y Tae se acercó para darle besos en el cuello.
—Yo de verdad quiero hacerlo —le dijo Tae al oído.
Jin sonrió y le dio un beso.
—También yo. Pero descuida, bebé. Tenemos mucho tiempo para hacerlo bien. Una vida, de hecho.
Algo en los ojos de Tae se iluminó y se abrazó a él con fuerza. Jin supo que Eun tenía absoluta razón: Para proteger a las personas a las que amamos debemos hacer cosas a escondidas del resto, y él amaba a Tae con toda su alma, así que de ahora en adelante, no haría nada más que lo necesario para proteger a toda costa al amor de su vida.
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