Cuando el idol Taehyung es atacado por haters, queda en peligro no sólo su vida sino también la de su mejor amigo, Jimin.
Es ahí cuando su agencia le asigna al mejor guardaespaldas, pero... ¿será suficiente para proteger a ambos?
[Narración + Socia...
—Mira, cariño... Él es tío Seokjin. —Yoongi iba señalando a uno por uno—. Ella es tía Somi...
—Papi, aguarda... —La pequeña soltó a Yoongi para poder sostener mejor lo que cargaba en el otro bracito. Era un álbum de fotos pequeño. Ella lo abrió y, similar a alguien que estaba recordando algo que le habían enseñado, sonrió apuntando fotos en el álbum—. Tío Tete... Tío Mimi... Tía Somi.. Tío Sokjin... Tío Gukkie... Tío Namu... ¿Los dije bien, papi?
Hobi tenía los ojos brillantes, igual que Yoongi... Igual que casi todos los que estaban viéndola feliz por recordar el rostro de todos sus nuevos tíos en las fotos.
—Los dijiste perfecto, mi vida. —Yoongi la tomó de la manita y luego él se puso de pie para decirle a todos—: Familia, les presentamos a nuestra hija. Jung Yuki.
—No griten, no la asusten —dijo Hobi cuando vio que Somi y Tae eran los más propensos a soltar un grito de emoción.
Pero ambos se contuvieron y sonrieron inocentemente.
La primera en acercarse fue Somi, la pequeña le dio la manita educadamente y luego le acarició la cabeza a la nueva rubia.
—Eres muy bonita —le dijo—. Papi Hobi dice que me gustará jugar contigo.
Somi sonrió de forma radiante y asintió.
—Ya verás, que sí, Yuki preciosa. Seremos las mejores amigas. —La rubia hizo el pinky promise con la niña que rió entusiasmada.
Pero luego fue Jimin quien se acercó y Yuki abrió sus ojos por completo.
—Hola, princesa —dijo Jimin, tímido, como si no supiera qué decirle a la niña para que le tuviera confianza, pero la pequeña le tocó con un dedito una mejilla y comenzó a reír.
—Eres tío Mimi... Papi Yoongi dice que eres muy bueno. Me gustan tus cachetes, tío... —La pequeña dejó su álbum en el suelo y luego le puso ambas manitas en el rostro, y sonrió—. Tengo una familia nueva muy bonita.
—Pero yo soy el más bonito —dijo Tae, acercándose un poco. Yuki abrió los ojos como platos cuando vio al chico acercarse a ella y parpadeó, sin dejar de observarlo. Tae se agachó y Jimin dejó que tomara su lugar frente a la pequeña—. Hola, cariño... Soy tío Tete. ¿Qué te dijeron tus papis de mí?
La niña lo examinó igual que a Somi y a Jimin, tomándole el rostro con sus manitas y luego acercándose un poco.
—Tío Tete... Papi Yoongi me dijo que no sabes cocinar.
Tae miró entrecerradamente a Yoongi.
—De tantas cosas que pudieron decirle... Justo esa, Min. —Tae se puso de pie y, sin soltar la manita de Yuki, le dijo—: ¿Quieres ver algo divertido?
La niña asintió feliz y extendió los brazos, permitiéndole a Tae cargarla.
Los nuevos padres se quedaron sorprendidos por la manera en la que Tae levantó a la niña, con cuidado y afecto, y luego caminó hacia una esquina de la sala donde había una caja de regalo.
—Esto es para ti, Yuki —le dijo.
Somi se cruzó de brazos.
—Trampa —le dijo a Yoongi—. Él tiene tarjeta negra, va a comprar su amor.
—¿Qué es? —preguntó Jungkook a Jin, pero éste negó de inmediato.
—Ni idea, no me dijo.
Jimin se quedó observando a su amigo. Éste ayudó a Yuki a abrir la enorme caja y cuando la niña miró lo que había adentro se cubrió la boquita con emoción. Tae también fingió una expresión de sorpresa que la hizo reír.
—¡Un caballo!
Cuando Tae ayudó a la pequeña a sacar el regalo, todos lo vieron. Era un caballo de madera que se balanceaba al montarlo. No era nuevo, la pintura estaba ligeramente opaca pero por lo demás estaba intacto. Y no era un caballo normal, no era uno pequeño. Era uno que había sido fabricado para un niño de siete años.
Somi y Jimin intercambiaron una mirada. Ambos sabían lo que era porque los dos habían crecido con un Tae que había amado ese juguete. Ese mismo juguete de madera.
Tae se quedó junto a Yuki mientras ella acomodaba el caballo y se subía a él con cuidado. Cuando comenzó a mecerse, Yoongi ya le estaba tomando una foto y Hobi trataba de no echarse a llorar. La niña estaba tan feliz que sus risas inundaron los corazones de todos.
—Papis, soy muy feliz —dijo la niña sin dejar de balancearse en su nuevo juguete, y luego miró a Yoongi con los ojitos bien abiertos—. ¿Siempre van a ser mi familia?
Tae apretó los labios y se aclaró la garganta cuando su corazón se hizo chiquito comparado al cariño que estaba sintiendo ya. Yoongi se acercó a la nena y con su enorme sonrisa le dijo:
—Siempre, mi amor.
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